Para principios de la década de 1960, la economía del desarrollo ya había superado su fase fundacional, caracterizada por debates sistémicos y de deslegitimación mutua de teorías generales que se disputaban la hegemonía de la disciplina. Una nueva corriente en la economía del desarrollo trajo consigo una mayor complejidad en el panorama analítico. Las amplias generalizaciones pasaron a verse como cada vez más inadecuadas para abordar los obstáculos específicos de cada país; por lo tanto, se necesitaban análisis mucho más específicos y enfocados para abordar el problema del subdesarrollo. Además, la importancia de la renta per cápita como indicador de desarrollo empezó a disminuir a medida que se fueron tomando en consideración otros factores, tales como la alimentación, la salud pública, la educación y la vivienda.
Albert Hirschman fue una de las principales figuras que inspiraron esta nueva etapa de la economía del desarrollo. En línea con su rol de disidente de la “vieja generación”, Hirschman fue uno de los primeros en formular nuevas hipótesis para encuadrar y testear el proceso de desarrollo y las causas del retraso económico y social. Cada vez más consciente que la reconstrucción histórica exhaustiva era la única forma de desentrañar los mecanismos de desarrollo, Hirschman se refería de esta manera a las consecuencias económicas y políticas de las alternativas tecnológicas que se presentaban al sector eléctrico brasileño:
“Habiéndose diagnosticado el subdesarrollo como algo tan polifacético, enredado y arraigado, a menudo se llegaba a la conclusión de que la situación exigía una revolución, la redistribución masiva de la riqueza y el poder desde los países ricos hacia los países pobres, o al menos un combate coordinado al atraso generalizado a través de una planificación central altamente competente. Pero, ¿qué pasa si ninguno de estos deus ex machina estuviera disponible para asumir el asunto como es debido? ¿Y si la fortaleza del subdesarrollo, por el mero hecho de ser tan formidable, no pudiera ser conquistada mediante un asalto frontal? En ese caso, desgraciadamente bastante frecuente, necesitaríamos saber mucho más sobre las formas en que se puede rodear, debilitar por infiltración o subversión, y eventualmente tomar la fortaleza mediante tácticas y procesos indirectos similares. Y sugiero que la mayor contribución actual a nuestro conocimiento del desarrollo económico debe partir del estudio detallado de estos procesos”.
Michele Alacevich, en “Visualizando las incertidumbres, o cómo Albert Hirschman y el Banco Mundial no se pusieron de acuerdo sobre la evaluación de proyectos y los enfoques de desarrollo”, Banco Mundial (2012)
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