Cuando el pasado miércoles 22 me enteré del fallecimiento de Hugo Manini Ríos, fue una muy triste noticia, de las peores y más dolorosas que uno jamás quiere recibir. Un gran golpe en lo personal, al sector arrocero nacional y regional y también, a todo el Uruguay.
Mi familia mantiene una relación de vecindad con los Manini Ríos en Rincón de Ramírez hace más de 50 años, pero fue a fines de los 80 que ese vecino, ese colega arrocero, se volvió un amigo; hoy que ya no está, logro dimensionar la magnitud de esa relación: era más que solo un amigo.
A medida que pasaba el tiempo, Hugo me brindó su afecto, sus invalorables charlas. Conté con su apoyo y sus consejos, recibí además innúmeras invitaciones para participar de encuentros con personalidades que lo visitaban en La Mini, vinculándome así con su enorme circulo de relaciones, tanto las de su amistad, como las de su preciosa familia. Todos estos años, que fueron más de 30, me dejaron muchísimo, que, sin dudas, quedaron marcados para siempre; gran parte de mi aprendizaje, de mis conocimientos y de mi formación son gracias a esa posibilidad de convivir tantos años en su cercanía. He sido un privilegiado por haber tenido a Hugo como maestro, un gran maestro. Quien, además, en muchos momentos de mi vida fue esa figura paterna que perdí tempranamente y que frecuentemente necesitaba. Es así que ha sido una de las personas más importante para mí.
En 1994, éramos parte con Hugo de la misma lista propuesta por los productores al acto electoral de la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA), lo que nos generó el honor de integrar la comisión directica de la institución que representa a los arroceros uruguayos; luego de esa primera elección, participamos en otros cinco procesos electorales más, que nos permitieron 12 años de intensa y fructífera actividad gremial en pro de los intereses de los cultivadores de arroz. Fue ese, mi primer periodo de participación en la asociación, coincidiendo hasta el 2006 con todo el tiempo que destacó a Hugo como un gran referente de la institución, ocupando diferentes cargos hasta alcanzar la presidencia en la segunda mitad de su época, siendo un presidente que será eternamente recordado. Cuántas instancias de interacción en un sinfín de reuniones, negociaciones, diálogos con jerarcas de gobierno, legisladores, representantes gremiales, nacionales e internacionales y viajes realizados a la par de Hugo en más de una década, me permitieron perfeccionarme para actuar en pro de la defensa de los intereses de la cadena arrocera.
La ACA fue una gran pasión para Hugo, pocos se han dedicado tanto y dejado todo a esta noble institución como lo hizo él. Un incansable gestor y articulador, de una gran impronta conciliadora y enorme capacidad de negociar, buscando continuamente la unidad y la integración. Comprometido y dedicado con extrema responsabilidad para que los productores arroceros sean protagonistas en el quehacer de la economía nacional.
Hugo era un comunicador nato, un gran relacionista, un verdadero diplomático, en todo lo que él participaba generaba una gran exteriorización, trascendiendo más allá de cualquier frontera. Sin dudas, es el responsable del alcance y conocimiento público que tiene hoy día la ACA.
Su visión siempre estaba lejos, veía lo que la mayoría no lograba ver a simple vista; seguro en esto se basaba su vocación emprendedora. Ha sido un gran ejemplo de cómo se puede generar negocios de gran impacto en el medio que se está, beneficiando a tantas familias que se relacionan con sus emprendimientos, llevando bienestar y desarrollo a varias regiones del Uruguay.
Por ello digo con certeza que la partida de Hugo es un gran golpe para todo el país. Ese hombre generoso, caritativo, de espíritu emprendedor, gremialista comprometido, ese gran sembrador de pluma profunda, nos hará mucha falta, hemos aprendido de él, seguiremos su legado, mantendremos en el más alto mástil las banderas que hemos levantado juntos.
Pero, te quedamos debiendo Hugo…. ¡GRACIAS!
Alfredo Lago
Presidente, Asociación Cultivadores de Arroz
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