El programa de gobierno del Partido Nacional se encuentra en elaboración. Pero sin duda en el documento que se difundirá en pocas semanas, tendrá un peso decisivo el documento programático del sector Todos Hacia Adelante, liderado por Luis Lacalle Pou, actual candidato del Partido Nacional a la Presidencia.
El Programa de Todos (bajo el Shock de Competitividad: Reactivar la producción y el empleo) incluye un subtítulo que hace referencia a la política exterior que llevará a cabo en caso de ser gobierno.
En el apartado “Salir al encuentro del mundo” se hace un diagnóstico de la actual política exterior uruguaya, a la que caracteriza como de carácter partidaria (es decir una política que responde a afinidades ideológicas, y que no puede garantizar su apoyo, tanto en el partido de gobierno como en la oposición). Se identifica también un exceso de diplomacia presidencialista, afectando la base nacional de la política exterior.
Respecto del MERCOSUR se impulsa una política que vuelva a poner los temas comerciales en lo más alto de la agenda, priorizando la plena instalación de una zona de libre comercio y habilitando la modificación de normas internas para impulsar acuerdos bilaterales en la búsqueda de mercados alternativos, o en nichos de mercado acordes a la capacidad productiva del país.
Las propuestas de base suponen un país volcado a la inserción externa, y una política exterior concebida en función de intereses permanentes, más que en función de perspectivas o preferencias ideológicas, algo que seguramente pone a la política exterior en un nivel de mayor relevancia.
Sin embargo, es interesante notar que la política exterior es una cuestión de principios y conceptos firmes que enraízan en los intereses de cada país, pero también una cuestión de implementación, sumamente sensible a ambientes cambiantes. Mientras se elaboran las posiciones de las diversas fuerzas políticas, incluido el Partido Nacional, la región y el mundo están en medio de procesos, a veces turbulentos, de cambios y realineamientos.
De allí la importancia de un claro punto de partida en lo político y conceptual, y de un Ministerio de Relaciones Exteriores jerarquizado, como forma de moverse en escenarios que pueden resultar demasiado variables.
Así, por ejemplo, MERCOSUR y la Unión Europea han llegado hace pocos días a la firma de un Acuerdo de Asociación Estratégica que aún debe enfrentar un arduo proceso de ratificaciones y la oposición de algunos países que protegen especialmente su producción agropecuaria (Francia, Irlanda, Polonia).
Argentina y Brasil, bajo la conducción de Macri y Bolsonaro, parecen haber apostado a un MERCOSUR más activo y efectivo en lo comercial, pero la idea recientemente propuesta por esos presidentes de un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, en caso de pretender avanzarse en esta dirección, deberá pasar duras pruebas: las elecciones presidenciales en Argentina y en EEUU, y en caso de reelección de Trump, habrá que descubrir cuál será el compromiso con el libre comercio de la actual administración, que ha impreso un viraje proteccionista a la política de Estados Unidos, hoy en guerra comercial con China.
Escenarios turbulentos en el Medio Oriente, como las tensiones entre Estados Unidos, Inglaterra e Irán en el Golfo de Ormuz, pueden generar escenarios desafiantes para nuestros países, que requerirán políticas exteriores muy sensibles a alianzas regionales y a eventuales nuevas oportunidades comerciales.
A título personal, estimo que la propuesta nacionalista se adecua a las necesidades de inserción externa del Uruguay, pero estimo también que esta inserción externa no puede hacerse como un “salto al vacío”, descuidando las relaciones con la región, o sin avanzar en otras cuestiones domésticas, como es el desarrollo de la infraestructura, o el costo de los servicios, que imponen una fuerte limitación a la necesaria política de apertura.
El sistema internacional atraviesa una profunda transformación que se caracteriza por el peso central de Asia Pacífico y de China. El resurgimiento de nacionalismos y proteccionismos, y la pérdida de peso de los organismos multilaterales puede plantear al Uruguay una tensión entre su vocación por el derecho internacional y el multilateralismo versus escenarios de facto con fuerte peso de relaciones asimétricas, tanto bilaterales como interregionales.
Este cambio de escenario encuentra a Uruguay con un rol reactivo que no termina de definir el tipo de integración e inserción internacional necesarias.
En suma, en un mundo caracterizado por el multilateralismo, en permanente movimiento y reconfiguración se necesita elaborar una agenda basada en una sólida mirada nacional, y en una visión convergente entre las fuerzas políticas sobre los objetivos a alcanzar en materia de política exterior.
Fiel a su tradición, el Partido Nacional estará contribuyendo en forma fundamental a ese desafío.