Desde hace décadas, mi vida profesional ha estado dedicada a explorar cómo las tecnologías pueden transformar la educación. Esta travesía comenzó mucho antes de que el Plan Ceibal marcara un antes y un después en la incorporación de las tecnologías en la educación obligatoria de Uruguay. En 1989 exploré el lenguaje Logo en el Laboratorio Jean Piaget de la Universidad de Ginebra. Posteriormente, mi línea de investigación en FHCE-Udelar se denominó Educación, TIC y Sociedad. En 2006 publiqué mi primer artículo sobre software educativo, un tema que parecía entonces más una curiosidad académica que una realidad tangible en las aulas. Hoy, la inteligencia artificial (IA) plantea desafíos y oportunidades mucho más amplios, situándonos frente a una revolución en los modos de aprender y enseñar sin precedentes.
Ampliando la conversación sobre IA y educación
Recientemente, Álvaro Fernández Texeira Nunes publicó en La Mañana el artículo “Inteligencia Artificial y sus peligros”, donde señala diversos riesgos asociados a la IA. Su análisis es oportuno y plantea puntos críticos que debemos considerar seriamente, como la desinformación, la pérdida de privacidad, el sesgo y la discriminación, el desplazamiento laboral, los problemas de seguridad, la dependencia tecnológica y las cuestiones éticas de control y autonomía. En esta columna, quisiera complementar esta visión, aportando reflexiones basadas en mi experiencia de investigación y acción educativa.
Desde mi perspectiva, estos desafíos no deben desalentarnos, sino invitarnos a repensar cómo usamos la IA en la educación para que esta tecnología sea una herramienta que potencie el aprendizaje humano, no que lo limite. La clave está en un diseño consciente y ético que equilibre las oportunidades de la tecnología con el fortalecimiento de habilidades humanas esenciales como el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de tomar decisiones informadas.
Un camino entre ideas visionarias y acción práctica
Mi enfoque profesional ha sido siempre combinar la reflexión académica con la acción concreta. Durante mi tesis doctoral en 2012, tuve el privilegio de intercambiar ideas con Alan Kay, a quien muchos consideran el “Leonardo da Vinci de la informática”. Kay describió a las computadoras como “alas a la inteligencia”, una metáfora que ha guiado mi trabajo durante años, recordándome que la tecnología debe ser un medio para liberar el potencial humano, no un fin en sí misma.
A través de mi investigación doctoral, analicé cómo el Plan Ceibal introdujo un modelo de comunicación e información al sistema educativo uruguayo. Más tarde, esta experiencia se complementó con mi labor en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde colaboro con profesores y expertos de las 13 facultades y más de 40 universidades argentinas. Desde 2022, lidero cursos como “Evaluación de proyectos de enseñanza con tecnología” en el Centro de Innovaciones en Tecnología y Pedagogía, un espacio donde la teoría y práctica dialogan constantemente.
La Escritura Académica Híbrida y el enfoque Teide
Producto de este camino, desarrollé el concepto de Escritura Académica Híbrida (EAH), un pilar del enfoque Teide (Transformación Educativa basada en Investigación y Desarrollo docente en Educación híbrida). La EAH busca integrar de manera crítica y creativa la tecnología en la educación, evitando dependencias y ampliando las posibilidades de análisis y creación. Este enfoque propone ecosistemas educativos dinámicos donde la tecnología no reemplace, sino que potencie las capacidades humanas.
En mis investigaciones y cursos universitarios, he podido comprobar que el uso consciente de herramientas como la IA puede transformar la educación cuando está guiado por una estrategia pedagógica y curricular sólida. Sin embargo, también he visto cómo su implementación sin preparación puede generar desigualdades y aprendizajes superficiales. Por eso, sostengo que el diseño pedagógico, curricular y evaluativo debe ser el eje rector, colocando siempre a las personas en el centro.
La alfabetización digital como expansión de la conciencia
La IA no solo representa un avance técnico, sino una oportunidad para expandir nuestra conciencia como humanidad. Reflexionar sobre cómo utilizamos estas herramientas nos invita a preguntarnos qué tipo de sociedad queremos construir. En lugar de temer a la tecnología, debemos educar para comprenderla, cuestionarla y utilizarla éticamente.
La alfabetización digital no se limita a enseñar a manejar dispositivos o algoritmos. Implica formar ciudadanos con una comprensión profunda de los sistemas digitales, capaces de tomar decisiones responsables y éticas en un mundo cada vez más complejo. Los educadores, en este escenario, expanden su rol de “curadores de contenidos” inspirando a las nuevas generaciones a utilizar la tecnología para crear conocimientos auténticos, soluciones innovadoras, responder a desafíos sociales y ambientales, y enriquecer su interacción con el mundo de manera altruista y transformadora.
Construyendo juntos un futuro educativo más humano
Alan Kay, ya en 1972, en su Proyecto Dynabook, visualizó a las computadoras como herramientas para “expandir la inteligencia humana”, una visión que debe guiar nuestros diseños de nuevos modos de aprender. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de diseñar estrategias educativas que integren la IA de manera ética y equitativa, fortaleciendo las habilidades humanas en lugar de debilitarlas.
La educación, entonces, no es un simple puente hacia un futuro donde predomine la IA; es un manglar donde enraízan nuestras preguntas más profundas como humanidad. Alfabetizarnos digitalmente es amplificar nuestra conciencia, aprender a convivir con el poder de la tecnología sin renunciar a nuestra esencia.
El verdadero desafío no está en la IA, sino en nuestra capacidad de mirar más allá del algoritmo y preguntarnos: ¿qué tipo de existencias humanas queremos construir? Si la educación puede ofrecernos una brújula en este terreno incierto, entonces es el momento de colocar alas a nuestra imaginación. Mi esperanza es que este diálogo, lejos de confrontarnos, nos invite a colaborar para construir juntos un futuro donde la educación no solo “adopte” tecnologías, sino que las transforme en ‘alas’ para aprendizajes más humanos, creativos y conscientes.
*Doctora en Educación, posdoctorada en Educación híbrida y liderazgo transformacional, magíster en Currículum y Evaluación, máster en Estrategia Nacional, licenciada en Ciencias de la Educación/Udelar. Asesora y consultora nacional e internacional [email protected]
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