La economía, señala Buchanan, se basa en un modelo de comportamiento humano, al igual que cualquier ciencia que intente comprender los fenómenos sociales. Al nivel más abstracto, se modela al individuo como tratando de mejorar su situación -esta es la lógica pura de la elección-; desea tener más en vez de menos y una forma de lograrlo es a través del comercio.
Pero Buchanan subraya que las motivaciones individuales no pueden reducirse a las del homo economicus, ese interesado ser perseguidor de bienes puramente económicos. El hombre tiene motivaciones muy variadas. ¿Cómo son estos reconocidos por la teoría económica? Una forma es aplicando las funciones de utilidad a otros deseos humanos además de los bienes y servicios económicos estándar. Buchanan, sin embargo, cree que una teoría basada en esas funciones de utilidad tan generales no puede ponerse a prueba, y por tanto restringe la teoría económica a la cooperación voluntaria en los mercados (y, al cuasi mercado de la política). Este es el reino restringido del homo economicus según el alumno de Frank Knight.
Buchanan insiste en que la economía debe evitar lo que Hayek identificaba como “cientificismo”, o sea el uso impropio e ingenuo de métodos científicos “duros”. Buchanan critica el tipo de teoría económica analítica que pretende convertir a la economía en una rama de las matemáticas. Por otra parte, admite que la teoría estadística y de probabilidad sirven como recordatorio útil de “la importancia del azar o de la casualidad en la determinación de los resultados” en los fenómenos sociales.
Pierre Lemieux, en “Regulation”, escribiendo sobre James M. Buchanan, premio Nobel de Economía (1986). Oriundo de Tennessee, durante su juventud Buchanan tenía simpatías por el socialismo. Recibió su doctorado en la Universidad de Chicago en 1948, donde conoció a Frank Knight (su supervisor) y Friedrich Hayek. Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Marina, dentro del staff del almirante Chester W. Nimitz.
TE PUEDE INTERESAR