Jueves Santo en Málaga, que cuenta esta semana con el pregón de Antonio Banderas, quien publicita su fe católica. Un primer contraste con nuestro país, donde es poco común que un artista se anime a proclamar su fe religiosa.
La mañana malagueña es alterada por el entusiasmo popular que genera el desembarco, en esta ciudad portuaria, de la Legión Española, con su Cristo de la Buena Muerte. Los legionarios pertenecientes a la infantería militar integran un cuerpo creado en 1920 a instancias del Teniente Coronel Millán de Astray y son parte de la infantería del Ejército. Forman fila frente a las autoridades civiles, militares y religiosas con la presencia de la mismísima reina Sofía, que pasa revista a la tropa provocando vivas y aplausos. La multitud saluda con entusiasmo a la Reina, a la Legión y al Cristo de la Buena Muerte que trasladan sobre sus hombros los legionarios.
Están presentes los tercios Don Juan de Austria y Alejandro de Farnesio, que homenajean al vencedor de Lepanto y a su primo y lugarteniente en la memorable batalla que salvó a la cristiandad europea del avance del islamismo turco hace quinientos años. Los legionarios marchan desde el templo de Santo Domingo con la imagen del Cristo y bajo los sones del Himno Español y la canción “El novio de la muerte”.
El pueblo de Málaga, el más reconocido cuerpo militar español, autoridades religiosas, personalidades políticas, la misma Reina Sofía, que goza de enorme popularidad, y el pueblo en general se congregan en una fiesta religiosa y popular que culminará con el desfile vespertino de las cofradías católicas, con sus nazarenos, penitentes encapuchados, niños repartiendo estampas y medallas, enormes imágenes de Cristo y la Virgen, llevados sobre tarimas que portan de trescientos a seiscientos hombres sobre sus hombros y bandas de músicos que acompañan el paso de dichas cofradías.
Todo un espectáculo público, religioso, civil y militar, rodeado de multitudes entusiastas que inspira una hispanidad que se niega a ver morir sus tradiciones atacadas desde hace más de doscientos años por quienes hoy encarnan un globalismo que se opone a las mejores tradiciones de Occidente, que será cristiano o se negará a sí mismo.
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