Ya sabemos lo que ocurrió en Venezuela. Algunos se habrán sorprendido, quien esto escribe no.
Se realizaron las famosas elecciones en las que se pensaba que el régimen dictatorial venezolano, tutelado por la Inteligencia cubana, podría perder el gobierno. Todo al amparo del sagrado, sobrevalorado, impoluto, sagaz e inteligente voto universal. Pero no, todo indica que hubo fraude y por tanto las muchas vacas sagradas y bienpensantes creyentes de la democracia ingenua que pululan por estas tierras se rasgan las vestiduras.
Vergonzoso, algo nunca visto, fraude gigantesco, son algunas de las palabras que se leen en periódicos, se oyen por TV y se transmiten por cuanto medio de difusión hay, que son muchos y variados, dentro y fuera de nuestro país. Ante tanto asombro, cabe preguntarse si se trataba de las elecciones en Gran Bretaña, en los Países Bajos, en Japón o lugares similares. No, se realizaron en un país hispanoamericano y caribeño, carcomido por el narcotráfico. ¿Puede haber existido tamaña inocencia de creer que el voto iba a desplazar a los mafiosos?
En términos similares o quizás más tajantes se pronunció en TV un famoso abogado y político peruano, el Dr. Francisco Tudela, que hace ya mucho tiempo fue rehén en la embajada de Japón cuando fue ocupada durante cuatro meses por terroristas armados hasta los dientes y que casi muere en el momento final de la liberación. Pero, para mayor detalle, el fraude no se consumó el día del acto electoral, no, eso es un error, se fue configurando por etapas, primero eligiendo a cuáles candidatos de la oposición se les permitiría presentarse, encarcelando a otros, allanando domicilios e incluso, en un gesto ya grotesco, clausurando un local de comidas en donde la caravana electoral opositora había parado para almorzar en su gira por el país. Apelando una vez más a los conocimientos ajenos, con parecidas palabras se pronunció el conocido y valiente cientista político argentino Agustín Laje por su canal de Youtube. ¿Cómo es posible, pues, tanta inocencia?
Quienes creían en un proceso más o menos aperturista en caso de que perdiera Maduro y sus compinches no ignoraban lo que viene diciéndose, no es por tanto un tema de desconocimiento, no es esa la respuesta. Lamentablemente es algo mucho más preocupante. Es la creencia en el voto como un elemento elevado a la categoría de tótem o de religión, la religión demoliberal. Y esta suerte de religión podrá funcionar aceptablemente en países evolucionados y con un nivel más o menos alto de cultura cívica, pero decididamente no funciona en determinados casos. No se trata de si está bien o mal, sino de que simplemente no es aplicable.
En una de sus conocidas apariciones por Youtube, el conocido escritor español Pérez Reverte, que conoció el Medio Oriente como corresponsal de guerra, decía a quienes querían escucharlo que la intención de Occidente de aplicar a los países árabes los conceptos políticos y sociales emanados de la civilización cristiano-occidental es absolutamente imposible, dado que dichos pueblos se guían por lo que dice su profeta, Mohamed, que prácticamente está por encima de cualquier norma terrenal. Y para remate, el barón de Montesquieu, que deslumbra a los bienpensantes de nuestros países por haber señalado la conveniencia de la separación de poderes, también sostuvo que no todos los pueblos pueden ser gobernados con las mismas concepciones, cosa que normalmente no se enseña, por no decir que se oculta.
¿Cambiarán nuestros políticos vernáculos, bajarán de los altares al endiosado voto como una especie de remedio que cura todo, completamente todo? Quien esto escribe, piensa que, al menos durante un buen tiempo, esto no ocurrirá. Y cuidado porque lo que viene de decirse no se aplica solamente en el Caribe…
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