“En el corazón del New Deal no se encontraba una filosofía, sino un temperamento”, escribió el distinguido historiador Rich Hofstadter. Como dijo hace no mucho tiempo un redactor del New York Times, “F.D.R. arrojó un montón de políticas contra la pared y las que lograron sostenerse se convirtieron en el New Deal”. Esa visión del New Deal como una especie de frenesí de políticas aleatorias e incoherentes, que no consiguieron acabar con la Depresión, se ha arraigado profundamente en nuestro imaginario nacional. Sin embargo, para comprender la relevancia actual de la Gran Depresión, es fundamental estudiar la relación entre la crisis económica de los años ´30 y el legado político más emblemático de esa década: el New Deal. Pero, ¿qué es exactamente lo que logró el New Deal?
Convendría empezar reconociendo lo que el New Deal no logró. En efecto, lamentablemente se quedó a medio camino de lograr una recuperación económica plena. Si bien los programas de Roosevelt lograron una reducción sustancial en la tasa de desempleo, que alcanzaba 25% en 1933, el desempleo promedio a lo largo de la década de 1930 fue de 17% y nunca estuvo por debajo del 14%. Esto se mantuvo así hasta que llegó la Segunda Guerra Mundial, que provocó un gasto federal masivo y puso fin a la década de la Depresión. Entre las razones por las que el New Deal no logró superar la Depresión, cosa que sí hizo la Segunda Guerra Mundial, fue el simple hecho de que la guerra hizo intelectualmente concebible y políticamente posible elevar el gasto deficitario a niveles que no se hubieran soñado ni se habían intentado antes de la guerra. Ningún déficit fiscal superó el 6% durante el New Deal. En 1943, por el contrario, el déficit federal alcanzó los US$ 53 mil millones (28% del PBI), más de diez veces mayor que el de 1936, y como proporción del PBI casi seis veces superior al mayor déficit del New Deal. Además, y a pesar de la retórica y la mitología, el New Deal no redistribuyó sustancialmente los ingresos. El perfil de ingresos de Estados Unidos en 1940 se parecía mucho al de 1930 y al de 1920. Tampoco desafió, salvo notadas excepciones como la Tennessee Valley Authority (TVA), la propiedad privada de los medios de producción, el principio fundamental del capitalismo. Efectivamente, ninguna empresa pública de envergadura surgió del New Deal.
Sin embargo, iluminados por la severa linterna de la historia, se puede apreciar que el New Deal dejó en su lugar una serie de mecanismos institucionales que sentaron las bases de un modelo más coherente de lo que sueñan muchas filosofías. Ese modelo puede resumirse en una sola palabra: seguridad. Es apropiado entonces que la reforma más duradera y consecuente del New Deal lleve esa misma palabra en su título: Social Security Act of 1935 (Ley de Seguridad Social). Una muestra de seguridad fue el presente del New Deal para millones de estadounidenses, agricultores y trabajadores, inmigrantes y aristócratas, niños y ancianos, así como a innumerables industriales, banqueros, comerciantes, financistas hipotecarios y compradores de viviendas, por no hablar de las enormes extensiones de bosques, praderas y montañas que resultaron de sus programas. Todas las reformas del New Deal que lograron perdurar, como la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC), la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), la Administración Federal de la Vivienda (FHA), el Consejo Nacional de Relaciones Laborales (NLRB), la Ley de Normas Laborales Justas (FLSA) y, sobre todo, la Ley de Seguridad Social (SSA) tenían un propósito cardinal en común: no solo poner fin a la crisis más inmediata, sino también mejorar la calidad de vida de la población, haciéndola menos arriesgada y más previsible, lo que FDR a menudo llamaba “riesgos y vicisitudes” de la vida.
El modelo de reestructuración económica que el New Deal puso en marcha surgió de la circunstancia histórica concreta de la Depresión, pero no estuvo determinado en su totalidad, ni siquiera principalmente, por esa circunstancia. Su objetivo fundamental no era destruir el capitalismo, sino desvolatilizarlo y distribuir sus beneficios de forma más equitativa.
David M. Kennedy, en “What the New Deal did”, Political Science Quarterly (2009). Profesor de Historia Económica en la Universidad de Stanford, Kennedy es especialista en el New Deal. En 1999 publicó “Freedom From Fear: The American People in Depression and War”, libro que relata la historia de Estados Unidos durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial.
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