Si no se crecía hacia fuera todo se haría ilusorio. La base fue, entonces, la promoción de las exportaciones, que ya en 1985 comenzaron a responder. Hubo un aumento en el volumen de la exportación, pero la caída de los precios internacionales hizo que de USD 925 millones en 1984 se bajara a USD 853 millones. El año siguiente, sin embargo, mostró ya un real crecimiento, del 23% del valor, pese a que volvieron a reducirse los precios de los productos exportables. No bien la producción se elevó, la desocupación comenzó a bajar, al 9,4% de la fuerza de trabajo a finales de 1987 y a 8% a finales de 1989. El derrame de los sectores exportadores alcanzó a la industria de la construcción, el tradicional demandante de mano de obra, y al consumo en general, estimulado por la mejoría de los salarios… Para lograr ese resultado se combinaron varias políticas e instrumentos: un mercado cambiario libre, con una flotación sucia; un régimen de devolución de impuestos indirectos a la exportación; una liberadora refinanciación de la deuda externa; un fluido sistema de prefinanciación de los negocios exteriores; un cuidadoso régimen de admisión temporaria de insumos; una adecuada refinanciación del Estado y las empresas; una política monetaria activa y una política salarial que se acomodó a las necesidades de la producción.
Extraído de “La Reconquista: Proceso de restauración democrática en Uruguay (1980-1990)” del Dr. Julio María Sanguinetti, Editorial Taurus, 2012