A los dos días de haber asumido el nuevo parlamento, la Iglesia Católica de Montevideo convocó a una Misa de Acción de Gracias en la Basílica de Ntra. Sra. del Carmen (Parroquia de la Aguada) con motivo de inicio de una nueva legislatura. El evento religioso estuvo encabezado por el Arzobispo de Montevideo, Cardenal Daniel Sturla, secundado por los Obispos Auxiliares Luis E. Gonzalez y Pablo Alfonso Jourdan. La ceremonia religiosa de particular brillo contó además con la participación de numerosos sacerdotes y diáconos diocesanos.
El Cardenal Sturla habló en la homilía del alto significado de que el templo elegido por iniciativa de su párroco Pablo Coimbra para celebrar la misa “…en la que pediremos al Señor que ilumine y bendiga a quienes trabajaran en el nuevo periodo parlamentario…”, se ubique en el mismo lugar donde se reunieron los constituyentes que en 1830 sancionaron la Constitución que consolidó nuestra independencia. La misma iglesia donde se aprobó el 19 de marzo de 1829, la creación del escudo de armas del nuevo Estado.
En ese minucioso recordatorio de que “lo católico es parte fundamental del Uruguay…” evocó la larga lista de religiosos que fueron de vital importancia en la gesta emancipadora, la decisiva actitud del cura franciscano Lázaro Gadea lo transformó en el artífice del nombre actual de nuestro país.
Efectivamente cuando varios asambleístas proponían que se nos designara con el nombre de Estado de Montevideo, como dando pie a la idea de la “ciudad hanseática” de la diplomacia británica, este austero Cura logró con firmeza imponer el nombre de Estado Oriental de Uruguay.
¿Quién era Lázaro Gadea? Era primo de Artigas y fue en el seno de su familia que nuestro héroe templó su carácter y adquirió las virtudes que lo llevaron a ser proclamado Jefe de los Orientales.
José Artigas a los 17 años abandonó la amurallada ciudad – puerto y se radicó en los campos que la familia Gadea poseían en la rinconada que forma el río Negro con el río Uruguay paraje conocido como “Patria India”. Allí se hizo ducho en las habilidades de las agrestes faenas ganaderas y sobre todo en el conocimiento de nuestros gauchos y en especial nuestros indios y su idioma predominante: el guaraní.
En esas latitudes fue adquiriendo sus aptitudes de baqueano, requisito imprescindible para conducir las mesnadas de hombres tanto en la guerra como en la paz.
Lázaro Gadea entró muy joven a la orden de los franciscanos. Y en 1806 abandonó temporariamente los hábitos para ponerse a las órdenes de Liniers y participar de la Reconquista de Buenos Aires. Su vocación religiosa junto a su patriotismo fueron los compañeros inseparable de su larga vida.
Mucho enaltece a nuestra Iglesia el reivindicar a héroes que junto a su Fe poseyeron profundos valores telúricos, que en definitiva son los grandes derroteros que no nos permiten la pérdida de nuestra identidad, sin la cual no hay Patria.