El Barón de Río Branco estableció una política innovadora hacia los países sudamericanos, especialmente los del Río de la Plata. Los principios básicos de esta política pasaron a ser la abstención en los asuntos internos de las naciones vecinas y el favorecimiento de la estabilidad política regional, dando preferencia a los gobiernos constitucionales. Esto principios marcaban un cambio en el paradigma para la cuenca del Plata que regía desde finales de la década de 1840, cuando el Estado monárquico brasileño había establecido como objetivo de su acción regional evitar la conformación de un Estado nacional que, bajo la dirección de Buenos Aires, ocupara la misma extensión del antiguo Virreinato del Río de la Plata. Los gobernantes del Imperio de Brasil creían que una república fuerte en el sur constituiría una amenaza, no solo política, sino también a la integridad de Brasil, ya que una entidad política de ese tipo podría convertirse en polo de atracción o amenaza militar, comprometiendo también la libre navegación de los ríos Paraná y Paraguay, esenciales para la conectividad de la aislada provincia de Mato Grosso con el resto de Brasil. Como resultado, las acciones de la diplomacia de Rio Branco en la región platina tenían por objetivo defender la independencia de Paraguay y Uruguay y contener la influencia argentina en esos países.
Francisco F. Monteolivo, en “La política platense del Barón de Rio Branco”, Revista Brasileña de Política Internacional (2000)
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