Quisiera destacar de la edición de La Mañana de la semana pasada el importante, erudito y profundo análisis del proyecto Neptuno, que comparto totalmente, comenzando por el editorial sobre el manejo integral del agua, siguiendo por los reportajes a Diego Bonino y sobre todo al eminente especialista Dr. Daniel Panario.
A lo expuesto sobre la inconveniencia del proyecto Neptuno, me permito agregar el riesgo que va a implicar el funcionamiento del emisor de aguas cloacales e industriales de Buenos Aires que va a colectar esos fluidos de los ríos Matanzas y Riachuelo y a volcar al Río de la Plata 2 millones 300 metros cúbicos de estos, por día, con eventual influencia sobre las aguas a utilizarse en el proyecto Neptuno.
El Profesor Dr. Panario y otros especialistas han indicado que el sistema de filtrado y tratamiento de esas aguas no va a impedir el ingreso al Río de la Plata, a 37 kilómetros de nuestras costas y en una zona de aguas someras, del fósforo y el nitrógeno que son el caldo de cultivo de las cianobacterias. Si ello se concreta, las cianobacterias, que tienen en sus células vesículas gaseosas que les permiten ser transportadas por el aire, van a afectar el funcionamiento del emprendimiento a construirse en Arazatí.
Dr. Edison González Lapeyre
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