Es importante que las autoridades nacionales logren visualizar las grandes ventajas comparativas desarrolladas, así como revertir este proceso de abandono tanto de la capacidad instalada como del know how capitalizado.
Hace algo más de 10 años tocaba por primera vez las aguas del Río de la Plata, la primera de las dos barcazas encargadas por Ancap para construir en el Astillero de los Diques de la Armada.
El proyecto, concebido e implementado desde la Dirección General de Material Naval de la Armada Nacional, nació ante la necesidad del ente estatal de lograr abastecer de combustibles de manera eficiente las ciudades del litoral oeste de nuestro país, hasta el momento realizado por el buque tanque Ancap IX (cercano a finalizar su vida útil, luego de 40 años de actividad desde su construcción en Japón) hasta la ciudad de Juan Lacaze y de ahí en camión hasta Paysandú.
Para su implementación se conformó una comisión mixta (Ancap-Dirección de Material Naval), integrada por técnicos de ambos organismos y de allí se determinaron los parámetros que debía cumplir el equipamiento de las naves a construirse en la Armada.
Como primera condición debería cumplir estándares internacionales de seguridad, básicamente “doble casco”, a efectos de prevenir eventuales derrames de petróleo, producto de un accidente, todo lo cual significaba un enorme desafío por no existir antecedentes en el país.
Otra condición era que se debía abastecer, en tiempo y en volumen, por vía marítima, la terminal de la Planta Paysandú, lo que implicaba que la construcción no debía tener un calado mayor que la profundidad promedio de algunos pasos fluviales muy reducidos como Almirón, que limitan la navegación al norte de Fray Bentos, aguas arriba por el río Uruguay.
Asimismo, la construcción debía hacerse sobre la base de un diseño ya probado y ajustado a nuestras condicionantes naturales.
Se decidió la construcción de dos barcazas de 2150 metros cúbicos de desplazamiento cada una, con una eslora (largo) de 71m. una manga (ancho) de 14.5m. y la construcción de un remolcador de empuje y tiro de 30m. de eslora, 2.40m de calado máximo y 25 toneladas de empuje (bollard pull) para conformar el tren con ambas barcazas cisterna.
Una vez acordadas las cláusulas contractuales y su precio de $12.500.000 se procedió a implementar las condiciones materiales y humanas en el Astillero de la Armada. De esa suma, más de 5 millones representaban costos de mano de obra (más de 120 empleos directos, y muchos cientos más indirectos) con el consiguiente efecto multiplicador en la economía nacional.
Se procedió a la contratación de técnicos auxiliares al personal de los diques, pasando por una escuela de soldadura de alta exigencia y la operación del único pantógrafo de “corte por plasma” computarizado existente en la Industria Naval Nacional, a ese momento, así como la importación de un volumen de acero naval equivalente a más de 8 años de procesamiento promedio anual en todo el país.
El impulso brindado por la Armada a la Industria Naval Nacional, a través de sus diques y astillero, complemento inclaudicable de nuestros intereses portuarios, pudo tener su continuidad hoy.
A diciembre del año pasado, las barcazas Garzas Viajeras y Rio de los Pájaros, impulsadas por el empujador Ki Chororó habían realizado 64 viajes a Paysandú y Juan Lacaze desde hace casi 5 años, lo que equivale a más de 15.500 viajes de camión. Han transportado más de 500.000 toneladas de combustible, lo que en comparación de precios del sistema de transporte por ruta implicó un ahorro a Ancap de más US$ 25.000.000, además de los miles de toneladas de carga que dejaron de impactar sobre la red vial del país, mientras que por oportunismos coyunturales cortoplacistas se puso en cuestionamiento la eficiencia y credibilidad del material construido. En este último lustro, las embarcaciones (salvo los períodos de mantenimiento programados acorde a las regulaciones de la sociedad de Clasificación y de la Dirección de Marina Mercante) no han estado fuera del servicio operativo más de 10 días por causa de fallas de alguno de sus componentes.
Ante el mayor desafío de la Industria Naval Nacional de su historia, vemos con orgullo como el Pabellón Nacional ocupa un espacio relegado de nuestras aguas jurisdiccionales, izado a tope en el remolcador Ki Chororó y ambas barcazas, como fiel reflejo de nuestro espíritu fundacional como Nación.
Lamentablemente, la falta de visión estratégica, de quienes percibieron una oportunidad de posicionamiento mediático, hirieron duramente el futuro de una estrategia de evolución de un sector industrial de altísimas barreras de entrada, con proyecciones nacionales y regionales, interrumpieron la ejemplar sinergia desarrollada en el país y por sobre todas las cosas anularon la voluntad de fijar y alcanzar desafíos de desarrollo.
El impulso brindado por la Armada a la Industria Naval Nacional, a través de sus diques y astillero, complemento inclaudicable de nuestros intereses portuarios, a través de exitosas construcciones como las barcazas para la ex Botnia, Montes del Plata, ANP entre otros, pudo tener su continuidad en la renovación de una flota pesquera caduca, que muestra su fantasmagórica figura en el antepuerto, o en el desarrollo de los propios patrulleros costeros y por qué no en el futuro los oceánicos también, imprescindibles para la defensa de nuestra riquezas e intereses marítimos.
En la actualidad, algunos técnicos capacitados en el proyecto vuelcan sus conocimientos en algunas ramas afines dentro y fuera del país, la infraestructura del astillero ve desde la inactividad el deterioro producido por el paso del tiempo, y los intereses marítimos nacionales siguen aguardando por restos de materiales extranjeros anticuados, cuando no obsoletos, que los resguarden, dependiendo de otros para su incorporación y muchos de sus mantenimientos.
Evocamos estos hechos esperanzados en que la comprensión, y compromiso de las autoridades nacionales correspondientes, logren visualizar las grandes ventajas comparativas desarrolladas, y revertir este proceso de abandono tanto de la capacidad instalada como del know how capitalizado, de un sector industrial de incalculable potencial.
Finalmente, deseo agradecer al señor presidente del directorio de Ancap, quien ante mi requerimiento sobre los datos operativos del equipamiento dispuso instantáneamente que los mismos fueran puestos a mi disposición.
(*) Capitán de Navío (r)
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