Para entender la realidad de los delitos y los castigos, “debes haber visto”. Esto es lo que Piero Calamandrei observó en su célebre intervención sobre la situación carcelaria, publicado en la revista “Il Ponte” en 1949. Así también empezó su trayectoria Carlo Maria Martini, por haber visto. En realidad, por haber visitado. Martini eligió la cárcel de San Víctor como lugar para iniciar su actividad pastoral, inspirado por un versículo en “el Juicio de las nacones”, del Evangelio de San Mateo, y que repetiría muchas veces durante sus escritos y discursos: “Estuve en la cárcel y ustedes me han visitado”. La acción de visitar, en el pensamiento de Carlo Maria Martini, tiene un valor humano y religioso muy profundo: una y otra vez en sus escritos hay una referencia al versículo del Evangelio donde el acto de visitar -lejos de la formalidad del acto de cortesía que a veces evoca el lenguaje común- significa involucrarse en una relación trascendental, como la relación bíblica de Dios que visita a su pueblo.
Es del ver que surge la idea. La palabra idea viene del griego idéin, que también significa ver. Cuando nos permitimos participar en la experiencia de lo que “hemos oído, visto, contemplado y tocado”, es que surgen las grandes preguntas. Se trata por encima de todo de las “experiencias paradojales”, de un “mundo al revés”, las que despiertan las preguntas y “las ideas vienen cuando buscas, haces preguntas”. De ahí la potencia creativa e innovadora del conocer visitando. Lo que se descubre cuando se visita una prisión es la conciencia de que detrás de los muros vive un mundo paradójico, un mundo al revés. Uno en el cual para detener la violencia hay que utilizar la fuerza, donde para asegurar la libertad hay que restringirla, y para proteger a los débiles e indefensos, resulta necesario hacer débiles e indefensos a los agresores y a los violentos. El problema de la “justicia” no puede ser abordado solo en clave teórico-especulativa: Martini lo afirma claramente en un diálogo con Gustavo Zagrebelsky. Cualquier intento de abordar el tema en un nivel meramente especulativo es estéril y está destinado a fracasar, porque la justicia no es tanto una idea que se encuentra fuera de nosotros, como “una necesidad que postula una vivencia personal: la experiencia de la justicia o, mejor dicho, de la aspiración a la justicia que surge de haber conocido la injusticia y el dolor que se deriva de ella”.
Marta Carabia, autora de “Una otra historia empieza aquí”, recopilación de trabajos del fallecido arzobispo de Milano, cardenal Carlo Maria Martini. Corriere della Sera.
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