Los medios de comunicación son uno de los fundamentos de una sociedad libre. También constituyen una actividad económica como tantas, y en consecuencia no están completamente libres de las influencias y presiones del poder económico, las que en ocasiones pueden dificultar su noble y difícil misión.
Si se trata de ética periodística y de fidelidad a la objetividad en la información, La Mañana podrá compartir ese sitial con otros medios, pero no le cedemos el espacio a nadie.
Lo mismo en materia de pluralismo. Fieles a nuestro pasado centenario, cuando planeábamos nuestra reaparición como semanario en vísperas de las elecciones internas, recorrimos todos los principales sectores políticos ofreciéndoles un espacio que les permitiera defender sus respectivas plataformas electorales, sus bases programáticas, ideología o cualquier otro aspecto que hubieran querido destacar. Fue así que dirigentes de los cuatro partidos publicaron a título personal sus valiosas columnas. Con eso no hicimos más que ser leales a nuestra tradición periodística.
La Sociedad Editora Uruguaya La Mañana y El Diario (SEUSA), el mayor emprendimiento periodístico de Uruguay en los caldeados años sesenta, mantenía en su cuerpo editorial a figuras destacadas -muchas ya evocadas en este semanario- como Enrique Jara, Carlos Martinez Moreno, Manuel Martínez Carril, Alvarez Olloniego y hasta el talentoso Mario Benedetti, para nombrar solo algunos hombres de letras que en aquel entonces eran sensibles al influjo de la Revolución Cubana.
A modo ilustrativo, basta mencionar una anécdota acerca de una entrevista de radio a Mario Benedetti efectuada hace más de 12 años. En dicha ocasión, se le preguntó capciosamente al escritor uruguayo cómo era trabajar de periodista con los Manini. A esto respondió que nunca tuvo ningún inconveniente, y la única situación en que podría haberlo tenido, fue resuelta rápidamente por el propio Carlos Manini Ríos. Esto ocurrió cuando Benedetti escribió un artículo sobre la Cuba de los sesenta y las consecuencias de la Conferencia del CIES, y el entonces director de El Diario se opuso a su publicación. Consultado Manini, quien ejercía un papel preponderante como editor, manifestó que llevando la firma del autor (como llevaba) no había ningún inconveniente en que se publicara, cosa que ocurrió.
La Mañana ha defendido a través de su larga historia un periodismo libre pero responsable, uno que respeta la línea de separación que debe existir entre la opinión desinteresada y los intereses económicos empresariales o personales que podrían vulnerar su más preciosa mercancía: la credibilidad.
Cualquier periodista enfrenta presiones que provienen de grupos interesados en perpetuar sus privilegios, o grupos dedicados a influir en la opinión ciudadana para determinar la dirección que tomarán las decisiones públicas. Hay periodistas que demuestran que sus principios profesionales no han sido socavados por esos intereses, pero otros lamentablemente transan con ellos, alentados por la perspectiva de privilegios, sean económicos, de poder, o sencillamente narcisismo.
Que a veces se cuelen intereses inconfesables en el control de los medios no debería sorprender a nadie, cuando ante la indiferencia de reguladores y colegas uno de los principales medios radiales uruguayos es controlado por una empresa mexicana-guatemalteca cuyo principal accionista se encuentra requerido por interpol; precisamente, por influenciar campañas políticas a cambio de propaganda oficial. O cuando un portal de internet que pretende informar objetivamente, es controlado por uno de los empresarios del software que se han beneficiado de los negociados con Venezuela en operaciones claramente ruinosas para ese país, y que seguramente tampoco beneficiaron al nuestro.
Mucho se habla de la libertad de prensa, pero poco se dice de su independencia. Son términos afines pero no siempre son sinónimos. Carecen de independencia aquellos que son estrechamente funcionales a intereses económicos o políticos; aquellos que aceptan órdenes directas o indirectas en su condición de dependientes.
El periodismo libre es vital para la democracia, pero la independencia es esencial para el periodismo libre. No debe un periodista caer en la tentación de rebajarse a la condición de personero de opiniones o noticias.
La Mañana siempre ha discutido los asuntos de la nación no solo con independencia, sino también con honestidad y patriotismo, y no debe hoy rendir cuentas más que frente a sus lectores, que son el motivo de sus desvelos y único juez al que se somete.
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