“Los gobiernos pueden equivocarse… pero el inmortal Dante nos dice que la justicia divina pesa en balanzas diferentes los pecados de los de sangre fría y los de los de corazón bondadoso. Mejor las faltas ocasionales de un gobierno que vive en un espíritu de caridad que las omisiones constantes de un gobierno congelado en el hielo de su propia indiferencia”.
Franklin D. Roosevelt, durante el discurso de aceptación de su postulación a la reelección como presidente (27 de junio de 1936)
Si el presupuesto de un país es fiel reflejo de las prioridades de la Nación, las discusiones que se producen alrededor de la Rendición de Cuentas dejan en evidencia ante la ciudadanía las prioridades de las diferentes formaciones políticas. En la competencia por los recursos, es esperable y sano que los ministros y los responsables de entes autónomos intenten conseguir más partidas presupuestarias para sus organizaciones o proyectos, en el entendido que de esta disputa surgirá un presupuesto legitimado por una discusión parlamentaria que permite exponer ante la opinión pública las ventajas y desventajas de comprometer el ahorro público en las diferentes alternativas.
Hoy día la mayoría de los sondeos indican que las dos principales preocupaciones de los uruguayos son la inseguridad y la economía, en particular todo lo que tiene que ver con el nivel de ingresos, el poder adquisitivo y el empleo. Es por ello que el planteo de Cabildo Abierto de reforzar las partidas presupuestales de las Fuerzas Armadas con destino a mejorar los ingresos del personal subalterno parecería ir en la dirección correcta, más allá del posicionamiento político de los liderados por el Gral. Guido Manini Ríos. Pero la justicia del planteo, que intenta reparar al menos parcialmente una situación que se arrastra de años, es proporcional a la reacción destemplada por parte de algunos personajes destinados a engrosar las filas de esos liliputienses de la historia.
Es así que algunos que alardean de batllismo se muestran ofendidos ante la posibilidad de destinar algo más de US$ 10 millones para mejorar los ingresos de los soldados –los funcionarios peor pagos del sector público–, olvidando que las reformas sociales de la primera década del siglo XX fueron posibles gracias a la acción decidida del Cnel. Pablo Galarza, quien fuera secundado durante toda la guerra de 1904 por Pedro Manini Ríos. De lo contrario, las reformas promovidas por Batlle y Ordoñez no hubieran pasado de discusiones novedosas relegadas a los ámbitos parlamentarios y académicos.
A casi 120 años de la paz de Aceguá, hoy observamos un sistema político con poco vigor, más preocupado por inmiscuirse en la intimidad de las mujeres, que en resolver los verdaderos problemas que deben enfrentar diariamente. El problema actual de gran parte de las mujeres uruguayas es obtener trabajos dignos que les permitan mantener a sus familias y asegurarse que sus hijos puedan concurrir a la escuela y al liceo sin temor a que los maten o sean reclutados por los señores feudales del barrio. Esta es la cruda realidad que enfrentan la mayoría de las madres de nuestro país y que el sistema político observa con ojos vendados. Es a esas madres a las que hay que proteger, porque sin ellas no tendremos ni juventud ni futuro para el país. Y como por algún lado hay que empezar, Cabildo Abierto apunta a mejorar de una vez por todas las remuneraciones del personal subalterno de las Fuerzas Armadas, eje central en “la defensa de la población, la soberanía, la independencia e integridad territorial, la salvaguarda de los recursos estratégicos del país”, tal como expresa el artículo 20 en la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, que define su misión.
En efecto, son varios los motivos que hacen deseable en la coyuntura actual un refuerzo de las partidas presupuestales para las Fuerzas Armadas. Pero el más importante es que ya es imposible de ignorar que las redes de narcotráfico están exhibiendo sin desparpajo su dominio sobre zonas, rutas y puertos relevantes de nuestro territorio, lo que incluye algunos barrios en la periferia de Montevideo. Es verdad que no es deseable involucrar a las FF.AA. en la primera línea de esta lucha con las redes criminales, pero debemos también ser conscientes que si es el Estado mismo el que está en riesgo, con el tiempo será necesaria su colaboración de una forma u otra. Pero también es cierto que no vamos a poder seguir enfrentando este creciente flagelo con elegantes tesis de facultad y charlas de autoayuda dentro del sistema político.
Aquellos que se oponen a salarios dignos para el personal subalterno deben ser conscientes que su accionar es funcional al mantenimiento de una realidad socioeconómica que nos conduce a la desaparición como Nación. A ello apuntan los resultados primarios de un censo que tanto tememos mostrar. Porque la realidad de nuestro país es que, entre muertes violentas, desapariciones, suicidios y emigración, todos los días vamos perdiendo nuestra juventud, al mismo tiempo que el territorio es crecientemente ocupado por bandas delictivas extranjeras.
Es por todo esto que el rechazo del ministro de Defensa Nacional de otorgar estos recursos tan necesarios como escasos para mejorar mínimamente el bienestar del personal de las Fuerzas Armadas, desafía nuestra comprensión. ¿Alguien se pregunta por qué es que Marset habla tan bien de nuestro país?
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