En la edición de El País del pasado sábado, la periodista Mariángel Solomita describe muy bien un fenómeno sobre el cual La Mañana viene alertando desde hace ya tiempo: la usura y el creciente endeudamiento familiar.
“Las empresas que están instaladas, que son lícitas, no necesitan infringir la ley y cobrar usura porque lo que les está permitido actualmente es tan alto que les alcanza”, dice la Dra. Dora Szafir en el mencionado artículo. Esto quiere decir que la reciente proliferación de financieras ilegales viene a agregarse a una estructura preexistente de empresas que, bajo el amparo de la ley, logran obtener tasas de interés exorbitantes. Lo que resulta más perturbador es observar que tasas del 180% anual o más no se consideren usurarias por parte del Banco Central del Uruguay. ¿Cómo es esto posible?
En efecto, el BCU calcula la tasa máxima legal basándose en el promedio de las tasas informadas por los mismos bancos. Esto quiere decir que si los bancos deciden aumentar las tasas de préstamos a las familias, automáticamente sube el límite máximo. Por tal motivo, no existe un límite absoluto impuesto por el regulador, que se limita a hacer un cálculo basado en la información proporcionada por el regulado. Es una inquietante señal de la presencia del fenómeno del “regulador capturado por el regulado” del que hablaba el norteamericano James Buchanan.
Sin lugar a dudas, estas tasas causarían escándalo en cualquier sociedad moderna y organizada en la cual exista un Estado que realmente tutele la salud financiera de los ciudadanos. No existe parámetro en la economía actual –o en la pasada- que justifique este nivel de tasas. La inflación se encuentra por debajo del 10% desde hace más de una década. A su vez, los bancos se fondean en pesos a tasas prácticamente nulas. La inclusión financiera les permitió no solo aumentar la masa de depósitos, sino hacerlos más estables, dificultando los retiros en efectivo. ¿Cuál será la fórmula que aplican para que -partiendo de un costo de fondeo de un dígito- se llegue a tasas activas de 180%?
A estos niveles de tasas legales, deberían existir muchos actores intentando entrar al negocio. De hecho es lo que ocurre en el mercado informal, donde existe evidencia de empresas prestando a tasas de interés diarias en la periferia de Montevideo y las principales ciudades del interior. ¿Pero qué ocurre con el mercado formal de préstamos?
En el pasado existían múltiples empresas financieras privadas que, financiadas con una combinación de capital propio y préstamos obtenidos en el mercado, ofrecían financiamiento al consumo bajo diferentes modalidades. De a poco estas fueron absorbidas por los bancos, que las veían como una forma muy rentable de colocar los pesos captados de sus clientes. Con menos bancos y menos financieras privadas, el poder de mercado para fijar tasas de interés aumentó sustancialmente. Al mismo tiempo, las regulaciones del BCU fueron dificultando la capacidad de estas empresas privadas independientes de competir, limitándoles entre otras cosas la capacidad de obtener fondeo externo. Todo lo contrario a lo que ocurre en el mundo desarrollado con las Fintech.
En un momento que las empresas y los sindicatos discuten por aumentos de salarios de 1, 2 o 3%, ¿no ganarían todos si lográramos bajar las tasas de interés que pagan las familias? A modo de ejemplo, pensemos en la situación de una familia que tenga un ingreso neto mensual de $30.000 y que debe a una financiera dos meses de sueldo, o sea, $ 60.000. Al 150% de interés, ese préstamo le costará anualmente $90.000, el equivalente a tres sueldos. Visto de otra manera, un cuarto de su ingreso disponible se le va en pagar intereses. Si lográramos bajar esa tasa a una más normal de 50% -aunque todavía alta-, esta familia pasaría a pagar $30.000 en intereses o el equivalente a un sueldo. En otras palabras, se ahorraría dos sueldos de intereses al año, lo que le implicaría un aumento en el salario real de 17%. ¿Qué están haciendo al respecto las oficinas responsables de la defensa al consumidor y protección a la adecuada competencia? ¿No sería bajar la tasa de interés la forma más sana de mejorar los ingresos de las familias en este contexto económico de tanta dificultad?
Cabildo Abierto impulsa en el Parlamento un proyecto de ley que permitirá comenzar a enderezar esta situación irregular de una vez por todas. En un momento en que algunos politólogos y analistas agitan fantasmas sobre el surgimiento de una supuesta derecha vernácula, convendría que dedicaran un poco más de tiempo a observar lo que ocurrió con los desalojos en España, las hipotecas por computadora en EE.UU., así como los múltiples abusos que viene sufriendo la población chilena desde que el país trasandino adoptó la religión neoliberal. Deberían prestar más atención a las causas del enojo de la población y comprender que si no se visten bien, no están en línea o no se expresan en lenguaje políticamente correcto es porque no tienen tiempo. Deben trabajar de sol a sol para pagar los intereses de los préstamos.
¿Será que quienes combaten sin cesar a Cabildo Abierto tienen algún interés en que se mantenga este abuso en las tasas de interés?
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