Como se plateó en anterior artículo referido al mismo tema, el endeudamiento por usura es un gran mal que puede acabar hasta en el suicidio. La palabra “usura” significa “ganancia excesiva que se obtiene de un préstamo por parte del prestamista” (RAE). Lo justo sería que se cobrara la devolución de lo prestado de acuerdo con el incremento del costo de vida y no más, pero esto no es así.
El préstamo usurero ha sido creado para empobrecer a los más vulnerables y enriquecer a los poderosos sistemas financieros como las casas bancarias que cobran tasas de interés superiores a las fijadas por el Banco Central del Uruguay. La Ley 10.095 determina o tipifica los delitos económicos en Uruguay, siendo la usura uno de ellos porque “se busca alcanzar un lucro inmoderado para sí o para terceros […] pudiendo ocasionar con ello un perjuicio a la economía nacional”, que eventualmente conduciría a castigos penales de entre varios meses a varios años de penitenciaría (IMPO, Centro de Información Oficial).
En setiembre de 2023 el BCU identificó a casi 700.000 uruguayos calificados como “deudores irrecuperables”, lo cual significa un 34,5% de la población del país. Llamativamente, el Banco Hipotecario del Uruguay es una de las entidades que más se opone a la supresión de las deudas bajo usura modificándolas a deudas justas, sencillamente porque su refinanciación genera más y más ingresos al banco. Innumerables propiedades se venden varias veces pasando por remates judiciales, así miles de uruguayos ven con desesperación naufragar su sueño, sujeto al derecho natural, de poseer su techo propio para el bien común que es la familia. El BHU no devuelve un céntimo a quienes pagaron durante muchísimos años grandes sumas de dinero sin lograr acceder definitivamente a sus viviendas por causas ajenas a su voluntad, víctimas y presas de un sistema financiero injusto y abusivo (Ámbito, julio 2023).
La Universidad de Southampton, Inglaterra, demostró que las personas con deudas impagables presentan tres veces más de probabilidades de desarrollar enfermedades como depresión, consumo conflictivo de sustancias de abuso, esto es, a grados peligrosos para sí y para otros, otras enfermedades como accidentes cerebrovasculares, e incluso suicidio. Según la European Journal of Public Health, las enfermedades aumentan según se incrementa la deuda, subiendo a un 50% quienes pierden o ven gravemente comprometida su salud mental ante las exigencias de los prestamistas usureros. Investigaciones demuestran que la sobrecarga de deudas injustas (caso Chile, estallido social, octubre 2019 y marzo 2020) aumentan la violencia en las calles por “descontento con el modelo económico neoliberal”, estallido que sumó 34 muertos, más de 3400 hospitalizados y 8000 arrestados, necesitándose el toque de queda para controlar la insurrección popular bajo estados de desesperación. Este tipo de incidentes son predictores de la persistencia de las patologías que adquieren las personas en situación de victimización usuraria, pero que en general adquirieron los endeudamientos debido a situaciones de vida muy adversas como enfermedades, divorcios, pérdida del empleo, fallecimiento de uno de los cónyuges y demás. Deudas y salud tienen pues una relación muy estrecha, en especial cuando se desbalancean los bajos salarios respecto del alto costo de vida; se incurre en el “bicicleteo” financiero en medio de inmanejables estados de estrés.
Otro asunto vinculado a este mal tiene que ver con cómo es la relación de cada uno con el dinero. El concepto social de “como te ven te tratan” se ha difundido ampliamente como una verdad, lo que puede provocar que una persona por ejemplo con baja autoestima, tienda a sobre endeudarse para que los demás la vean como exitosa. Otros buscan lo mismo mediante la ludopatía o adicción al juego o a las apuestas, en donde depositan una idea irreal de que por ese medio podrán terminar con sus deudas (Erwin Moller, marzo 2023).
El deudor bajo usura siente asimismo una sensación de estancamiento e impotencia existenciales temiendo que jamás podrá salir de su situación.
A nosotros nos interesan los ciudadanos comunes y corrientes que solo persiguen el sueño de una calidad de vida digna, pero terminan creyendo en las mentiras y trampas del sistema financiero de Uruguay. Es con ellos, que podemos ser cualquiera de nosotros, con quienes nos solidarizamos y a quienes anhelamos darles una solución auténtica de una vez por todas.
*Psicóloga
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