El último número del semanario La Mañana, publicó un comentario sobre la reiterada participación de Estados Unidos en la mayoría de los conflictos armados que han venido asolando al mundo, desde hace casi 80 años, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial.
Es un tema difícil de desbrozar para el ciudadano común que no alcanza a comprender este clima mediático, que obsesivamente los mass media han logrado instalar en la opinión pública. La presión histérica incitando -obligando- a multiplicar los presupuestos militares para acelerar un urgente rearme, en particular de los países acusados como responsables de la masacre de la última conflagración mundial (Alemania y Japón) que además a la postre resultaron los perdedores del sangriento conflicto. Esta apremiante incitación a la guerra, enrola un alto porcentaje de desprevenidos ingenuos, pero está lejos de conformar a las mayorías de la población de Estados Unidos o de Europa. Como tampoco lo estuvo en las anteriores oportunidades. Lo que sí debemos estar de acuerdo es que la historia, con sus aciertos y sus errores, nunca se hizo con el consenso de sus mayorías. El caso más nítido fue La Gran Guerra, que de una irresponsable carrera armamentista, la chispa de un crimen político (fenómeno corriente en aquel entonces), le abre la puerta a un complot que desde hacía años se venía preparando. Y no en base al lavado mental de redes sociales, sino de gobernantes y de cancillerías, digitadas vaya uno a saber al servicio de qué intereses.
Siempre que estalla una guerra la primera víctima es la verdad -que es mucho más que la objetividad-. La entrada en acción militar de Rusia en territorio de Ucrania, está lejos de ser la caprichosa voluptuosidad de conquista de un estado imperial -y para mejor con la peligrosidad de haber vuelto a su identidad cristiana- sino que fue una salida forzada por la OTAN y sus mandantes allende el Atlántico…
La Frustración de la Paz en el Donbass
El acuerdo de Minsk negociado por Francia y Alemania, y firmado por Rusia y Ucrania en febrero del 2015 proporcionó el marco para la paz en el Donbass. Pero cabe tener en cuenta que en aquel entonces el presidente de Ucrania no era Volodimir Zelenski, sino Petró Poroshenko, que desde el 7 de junio de 2014 hasta el 20 de mayo de 2019 ejerció como mandatario de Ucrania.
Poroshenko había asumido como presidente, tras los disturbios provocados por el Euromaidán, un grupo heterogéneo formado por europeístas y nacionalistas ucranianos que terminaron por derrocar por la fuerza a Víktor Yanukóvich, al que se lo acusaba de ser prorruso. Esto provocó que inmediatamente Rusia anexara la península de Crimea, temiendo que el nacionalismo ucraniano fundamentalista de corte europeísta buscara una expansión hacia el Este, hacia sus fronteras. Este movimiento dentro de Ucrania, fue el que el presidente Putin ha catalogado como de carácter “nazista”, agrupados en el Partido Svoboda, fundado por Stepan Bandera que combatió en el frente ruso con uniforme de las SS.
La política llevada adelante por Poroshenko incentivó aún más la brecha con Rusia, y en el 2015 publicó varias leyes que prohibían que las calles tuviera nombres de autoridades de la vieja URSS y estipuló la retirada de todos los monumentos que hiciesen referencia a la Gran Guerra Patria. Así, quiso instalar en Ucrania un sentimiento anti-ruso que no sólo, no fue bien visto por Moscú, sino que fue considerado como una amenaza.
Al asumir el famoso comediante, Volodimir Zelenski como presidente de Ucrania expresó: “He pasado toda mi carrera tratando de hacer a los ucranios reír. Durante los próximos cinco años mi objetivo es asegurarme de que no lloran” y prometió detener la guerra en el este de Ucrania. Aunque no cumplió ninguno de esos dos objetivos, sino que hizo todo lo contrario, al romper con los acuerdos de Minsk, y preparó desde años antes, los eventos sucedidos en el año 2022.
Plan de Paz de la santa Sede para el Donbass
Además de los contundentes discursos realizados por el papa Francisco para hallar la paz en el Donbass, la Santa Sede tiene un compromiso total con este tema. Y así el Vaticano a través de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, ha contado desde setiembre del año pasado con un propio Plan de Paz que ya ofreció a Moscú y Kiev. En este plan expresa como necesaria la neutralidad de Ucrania, especificando que debe renunciar a la integrar la OTAN, pero que entrará en la Unión Europea con todo lo que ello significa. Sobre la situación de Crimea, Rusia retendría el control durante un cierto número de años. También especifica que las regiones de Lugansk y Donetsk tendrán autonomía económica política y cultural. Al mismo tiempo se planifica la reconstrucción de Europa a partir de un posible plan Marshall.
Sin embargo, tanto el aterrizaje de Boris Johnson y de Joe Biden en Ucrania ha frustrado esas posibles negociaciones de paz.
Por otra parte, el acuerdo logrado por Estambul para que los cereales pudieran salir de Ucrania y así evitar una hambruna en el norte de África, demostró que a Putin dejó le sobra voluntad de negociación y criterio para hallar soluciones. De ese modo, si occidente quisiera mediante un acuerdo razonable podría alcanzarse la paz en el este de Europa, sobre todo si apela a la Iglesia y la influencia del Papa Francisco.
Guerra con sangre ajena
Una guerra contra Rusia armada en el corazón de Europa donde los que derraman su sangre no son sus instigadores ni sus impulsores…
La situación de esta Europa dejó en la oscuridad del pasado la memoria de sus nobles creadores: aquellos del Pacto del Acero y el Carbón. Aquellos líderes de la mayor catástrofe bélica de la historia, fueron testigos de brutales horrores. Y de cómo se frustró la casi lograda interrupción por parte de la Santa Sede. Todos ellos además de poseer talento de estadistas, eran también fervorosos cristianos. ¿Qué diría un Conrad Adenauer, un Alcide de Gasperi, un Charles de Gaulle, un Jean Monet y su cerebro articulador, Robert Schuman ante la macabra encrucijada a que se está llevando a este mundo que ellos resucitaron de las ruinas?
¿Por qué el general De Gaulle retiró a Francia de la OTAN en 1966 con aquel anuncio al presidente de EE.UU. Johnson, que hoy retumba a dignidad nacional? Expresó entonces: “Francia se propone recuperar en todo su territorio el ejercicio de su soberanía, actualmente mermada por la presencia permanente de elementos militares aliados…”.
Así, se siente la ausencia de líderes en el viejo continente… Baste con mencionar a solo a los dos más recientes a Ángela Merkel y a François Hollande patrocinaron los protocolos de Minsk en 2014-2015 para poner fin a la embestida de represión del Donbáss y todos los ruso- parlantes que sistemáticamente venía organizando Kiev que en poco tiempo hizo llegar estos asesinatos a 14.000 víctimas sin que nadie lograra desmentir y dio lugar a que Moscú denunciara un verdadero genocidio de los que consideraba sus compatriotas…
Para terminar, baste con citar la autorizada denuncia del general alemán Harald Kujat, ex presidente del Comité Militar de la OTAN: “Los que querían hacer la guerra desde el principio y siguen con más ahínco, han adoptado por la postura de que no se pude negociar con Rusia…”.
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