¿Cómo surgió tu vocación?
Como lo dije al comienzo mi vocación siempre fue la de formar una familia, nunca tuve muy claro lo que quería estudiar. En la adolescencia pensé en muchos caminos posibles pero llegado el momento opté por quedarme en mi ciudad y estudiar para maestra ya que no había muchas otras opciones. Además, eso me permitía cumplir con mi otro sueño y podía casarme y comenzar con mi familia a muy corta edad. Más allá de que en un principio no fue una vocación marcada la de docente, con el tiempo y con la demora en la aparición de los hijos, los alumnos fueron llenando ese vacío emocional y la entrega a ellos se transformó en algo muy especial que me hizo amar la docencia y ser muy feliz dentro del aula. La escritura era algo que mantuve escondido hasta mis cuarenta años cuando decidí hacerlo público y editar mi primer libro de cuentos cortos y poemas con la ayuda de una profesora del instituto que me impulsó a mostrar ese lado que solo conocían los más íntimos.
¿Cómo empezaste a “darle forma” a tu llamado?
Voy a dedicarme a la escritura ya que es el tema que me ocupa en estos días. Mi llamado fue más una necesidad de “decir” lo que no me animaba a decir y por esa razón lo escribía. Siempre fui muy tímida pero muy reflexiva y crítica de la realidad, por lo que algunas situaciones quemaban mi pecho o mi mente y la única forma de poder aliviar esa inquietud era escribiendo sobre el tema que me invadiera en ese momento.
¿Un consejo para alguien que está empezando y quiere hacer lo mismo que tú?
Mi consejo es que jamás dejes de hacer lo que te gusta hacer. Si quieres escribir, hazlo. Si necesitas decir algo y no puedes, escribe una carta, aunque no la entregues. Y si deseas ser o hacer lo que tú quieras, no te pongas excusas, no hay edad para comenzar nada, siempre estamos a tiempo de aprender, de superarnos, de enfrentar nuevos desafíos… Eso nos mantiene vivos.
¿Qué te inspira?
La inmensa mayoría de mis inspiraciones están dadas por emociones o sentimientos de la vida cotidiana. Soy una persona muy sensible y no puedo andar por el mundo explicándole a la gente que me duele tal o cual injusticia o que me enorgullece el mínimo detalle de alguien porque el mundo está muy acelerado, entonces, a la noche, recojo esos sentimientos y emociones y los transformo en textos. A veces son poemas, otros cuentos cortos, alguna canción que solo mi mente canta porque no sé de música y por ahí voy canalizando…
¿Cuáles son los desafíos que has tenido que sortear?
En la vida, miles. Tantos que ya he perdido a cuenta.
En el mundo de la escritura, uno de los más complicados es el vivir en el interior y tener poco acceso a talleres y espacios de aprendizaje para superarme (cosa que mejoró muchísimo con la pandemia y la virtualidad). Y otra gran dificultad es el tema económico, lamentablemente no es redituable dedicarse a la cultura, al menos en el interior del país. Hay que hacer muchas cosas y remar mucho.
¿Tu lugar en el mundo?
Mi lugar en el mundo es donde estén mis hijos. Mi hogar.
¿Un referente en tu vida o alguien que confió en ti?
Sería injusta si nombro a una sola persona que haya confiado en mí, no porque hayan sido cientos, sino porque cada vez que propongo algo me siento muy respaldada por las personas de mi pueblo; sé que más allá de que puedan o no comprar un libro, ellos se alegran con mis logros.
Y si tengo que elegir referentes debo reconocer la labor que han hecho mis padres, incansables, resilientes, siempre respaldándonos desde el amor, muchas veces con exigencias excesivas, pero hoy que soy madre entiendo que solo hicieron lo mejor que pudieron.
¿Una asignatura pendiente o proyecto a realizar?
No suelo tener asignaturas pendientes porque no pienso esperar a la muerte sentada. Siempre que quiero algo, voy por ello. Me gusta bailar folclore, escribir, estar con mi familia y todo lo hago con pasión. No voy a esperar a jubilarme para hacer nada porque no sé si me voy a jubilar.
Proyectos siempre se me ocurren … ya tengo otros cuentos para niños que desearía que salgan al mercado, pero tal vez ahí encuentre mi asignatura pendiente… aprender a tener paciencia.
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