Estamos en pleno pico veraniego, unos vuelven y otros van, pero el movimiento sigue. Es cierto que, al menos al escribir estas líneas, Montevideo está muy desierta pero ello no significa que toda la gente haya emigrado al exterior, básicamente se ha ido a las playas del este y algunos al campo. Sin embargo, esto no es motivo válido para no seguir recogiendo firmas para convocar el plebiscito contra la usura. Algunos días atrás veía al diputado Perrone en un programa de televisión (de cuyo nombre prefiero no acordarme, diría Cervantes) hablar del tema diciendo que como partido nuevo Cabildo Abierto no tiene la militancia o la estructura de otras organizaciones políticas, lo cual es cierto y lógico, pero esa circunstancia no impide seguir recogiendo firmas por una razón un tanto sencilla. Al desplazarse por diez, quince o veinte días a otro lugar del país la gente se encuentra con otras personas que normalmente no ve o ve poco durante el resto del año, sean familiares o conocidos y nada cuesta irse de vacaciones con las papeletas pro reforma bajo el brazo para que las firmen dichas personas. Quizás no sean muchas, quizás no todas quieran firmar por un motivo u otro, pero cada firma nueva sirve, no se puede desechar ninguna.
Por supuesto que este esfuerzo personal tipo hormiguita no llevará a alcanzar el mínimo de boletas precisadas, pero mientras tanto no se organice una recolección más profesional, por llamarla de alguna manera, con publicidad, con alguien experimentado en campañas de este tipo, etcétera, cosas en fin, que no están al alcance de instrumentar por quien esto escribe, sería bueno no dejar de lado ninguna posibilidad por pequeña que sea.
Dr. César Eduardo Fontana
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