Ladran Sancho…
Desde el mes de octubre de 2019, al constatarse que Cabildo Abierto (CA), creado pocos meses antes, había logrado 270 mil votos, prácticamente un día sí y otro también, el nuevo partido y su líder han sido objeto de todo tipo de comentarios, por los diarios, por televisión, en programas de radio y en internet, solo han faltado las señales de humo. Ni siquiera la noticia de la renuncia de un vicepresidente de la República (el único desde 1830) hace no tanto tiempo, causó tanto revuelo, como tampoco la inusual despedida de la política de un flamante ministro a escasos meses de haberse encargado de la cartera. En cambio, no hay politólogo, cientista político o simplemente todólogo que se precie que no hable hasta por los codos de CA. Veamos algunas de las simplezas que se esgrimen.
Se dice que es un partido militar. Yo digo que no es así desde el momento en que nada menos que su propio presidente el Dr. Esc. Guillermo Domenech no lo es. No obstante, sí, hay muchos militares en él. ¿Y qué? ¿Acaso el FA no tiene sindicalistas o exsindicalistas en sus filas? ¿Acaso el Partido Nacional no cuenta en sus filas con muchos productores agropecuarios? Entonces, ¿cuál es el problema de que CA tenga militares (retirados) en sus filas? Ninguno. Más bien será porque en otros partidos no se sienten representados, así como tantos otros ciudadanos.
Otra crítica recurrente que se hace al novel partido es que es verticalista. En él se hace lo que su líder, el senador Guido Manini Ríos, determina, se afirma. Yo pregunto, ¿quién osaba no hacer lo que decía Batlle y Ordóñez en el primer batllismo? Hombres valiosos como Don Pedro Manini Ríos y el propio presidente Feliciano Viera tuvieron que crear sus propios grupos políticos dentro del coloradismo, y un hombre de carácter fuerte como el Dr. Gabriel Terra recién desafió al batllismo una vez muerto Don Pepe. ¿Y quién desafiaba a Don Luis dentro del llamado segundo batllismo? ¿Quién desafiaba al Dr. Herrera dentro de su grupo político? ¿Quién contradecía al Sr. Pacheco Areco dentro de la Unión Colorada y Batllista? ¿Quién cuestionaba al Sr. Ferreira dentro de Por la Patria? Los partidos son dirigidos por sus líderes, eso es incuestionable, y más en los últimos tiempos. Por tanto, esta crítica carece de sentido y es maledicente.
También se afirma que no sigue al pie de la letra los dictados de la Presidencia. Y es lógico. La coalición no es un partido único y, además, tanto cabildantes como colorados han planteado una suerte de mesa permanente para la coalición gobernante sin que desde filas del Partido Nacional haya habido mucha recepción, al menos hasta ahora. Por otra parte, varios importantes planteos de CA no han sido considerados por el Poder Ejecutivo (la situación del Fiscal de Corte, la ley de Caducidad, la ley Forestal). Ahora bien, si alguien creía o cree que CA nació para ser el vagón de cola de este u otro gobierno multicolor (o republicano, como califica bien el Sr. Faig en su columna de prensa dominical) está equivocado. Por eso es que los que tontamente dicen y repiten que el senador Manini Ríos y su partido “se opone a todo”, o que tranca todo, demuestran que no han entendido nada de nada.
Estas 270 mil voluntades no salieron de debajo de la tierra ni vinieron de Buenos Aires, salieron del disgusto que le provocaban a colorados, blancos y hasta a algunos frenteamplistas la situación del país, material y moralmente
Nada han comprendido de las ansias profundas de un sector grande de uruguayos. Es más, tan equivocados están que ni siquiera se dan cuenta de que si el Dr. Lacalle Pou es el presidente de la República, mucho, pero mucho, se lo debe a CA, ya que, si observamos los fríos números electorales, el Partido Nacional sacó menos votos en 2019 que en 2014, y lo mismo puede decirse del Partido Colorado y del Partido Independiente. Aunque usted no lo crea, como decían las tiras de Ripley. Y a pesar de eso, le han integrado “colaboradores” en alguno de sus ministerios como señaló el coronel Montagno, cuyas declaraciones, infelices desde el punto de vista formal, no lo son tanto sustancialmente. Y eso, a pesar de tener un buen ministro de Salud Pública. ¿No era que se decía que el FA y, especialmente el MPP, tenía comisarios por todas partes? No quiero comparar esto con comisarios políticos al mejor estilo soviético, por favor, pero… las cosas son como son.
Otro tópico utilizado como caballito de batalla es que suele haber diferencias internas con tal o cual diputado o con tal o cual pequeño caudillito regional. Eso ha sido siempre así en todos los partidos y, por tanto, más lo será en un partido de reciente formación. Y como para hablar hay que saber de Historia, basta recordar la furibunda discrepancia entre el Herrerismo y los Blancos Independientes, o la rivalidad llevada casi al odio entre las listas 14 y 15 del batllismo. Al lado lo de CA son “tormentas con matracas” como decía el contador Damiani y yo me permito discrepar, solo algún vientito fuerte. Afirmar lo contrario es algo claramente de mala fe.
¿Cuál es la realidad entonces? La realidad es que CA no gusta porque ha desafiado al establishment político del país. Y no solo al político, al sindical, al académico (¿o habría que decir el pseudoacadémico?). Así lo dicen 270 mil voluntades. Que no salieron de debajo de la tierra ni vinieron de Buenos Aires, salieron del disgusto que le provocaban a colorados, blancos y hasta a algunos frenteamplistas la situación del país, material y moralmente. Gente que quería y quiere algo diferente. Gente que no cree en los postulados marxistas ni en los postulados liberales, que ambos son globalistas. Gente que cree en cambio en el terruño, en la Patria, en nuestros valores tradicionales y cristianos (que no significa ser necesariamente creyente). Es a eso a lo que se le teme. Es a eso a lo que hay que desprestigiar con todas las armas que se tengan a mano, desde que el teniente coronel Gavazzo arrojó un cadáver en un lago hace casi 50 años, hasta que un caudillito local con 25 votos se fue del partido. Todo eso hay que arrojárselo en la cara a CA. Vergonzoso.
Pero hay más: que lo arroje la izquierda marxista y gramsciana llega a ser comprensible, aunque no guste. Lo que no lo es tanto, es que también se arroje desde los sectores auto calificados como liberales (¿o habría que decir liberalones?). Esos que, entre otras cosas, por ejemplo, se pasan hablando de que en Venezuela hay una dictadura, pero que además de mover los músculos de sus mandíbulas para parlotear se negaron y se niegan, ¡horror de los horrores!, a adoptar medidas prácticas. No se dan cuenta que los marxistas los pueden borrar del mapa con un ventarrón más o menos fuerte.
Es por eso que hay que completar el título de esta nota diciendo: Ladran Sancho… señal que cabalgamos.
César Eduardo Fontana
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