La crisis en Uruguay, al decir de Jacob, entró por la ventana del comercio exterior. Y cuando arribó el país, ya se encontraba en crisis como consecuencia del desempeño de su balance de pagos que durante la década del veinte fue deficitario. Al igual que en el resto de los países exportadores de materias primas, a consecuencia de la crisis descendieron los volúmenes y precios de los productos que Uruguay exportaba, convirtiendo en ampliamente negativa la balanza comercial. Los valores totales de las exportaciones uruguayas de 1932 apenas alcanzaron el 57,8% de los de 1930; la recuperación no se hizo notar sino hasta 1935, y se debió fundamentalmente al repunte del precio de la lana y al aumento de la compra de carnes enlatadas de parte de Estados Unidos.
Como consecuencia de lo anterior, se generalizó una fuerte escasez de letras de cambio, que se vio agravada por el egreso de divisas en pago de la deuda externa y de remesas de las empresas extranjeras, que agudizaron el déficit de balance de pagos del país y que presionaron aún más a la baja el precio de la moneda. Sin embargo, los contemporáneos tardaron en tomar conciencia de las verdaderas dimensiones de la crisis. Sería recién hacia fines de 1930 y comienzos de 1931 que habrían constatado que se trataba de una “nueva” crisis y no ya de una prolongación de la que habían vivido en la primera posguerra mundial. La crisis económica llegaba en un momento de fuerte fragmentación y crisis de los partidos mayoritarios en el gobierno.
A partir del pacto del “hándicap” y otros acuerdos fue que a lo largo de 1931 se tomaron medidas de corte más estatista, que pueden entenderse como un plan para hacer frente a la crisis. Este pacto hizo posible la ampliación del dominio industrial del Estado, aprobándose la creación de Ancap y el monopolio de teléfonos de UTE, en octubre de 1931. Sin embargo, según Caetano y Jacob, el consenso habría sido más amplio, incluyendo dentro de la negociación la serie de medidas asumidas en la segunda mitad de ese año para contrarrestar los efectos de la crisis. Entre estas medidas deben citarse tanto las emprendidas para contener las importaciones y proteger de forma concomitante a la industria, como las tendientes a reducir el déficit que venía agravándose como consecuencia de la menor recaudación y del encarecimiento de los servicios de la deuda externa por la caída del valor de la moneda: la aprobación de un nuevo presupuesto, la reducción de los salarios públicos y la creación de nuevos impuestos.
Extraído de “Memoria histórica de los primeros 114 años del BROU (1896-2010)”, trabajo coordinado por el Prof. Benjamín Nahum
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