Creo en los milagros. Pero hay milagros y “milagros”. Los primeros, requieren fe y oración. Es el caso de las curaciones sin explicación científica. Los segundos… requieren fe, oración y trabajo. Mucho trabajo. Y tienen, en buena medida, explicación racional. Es el caso del “milagro” alemán de la posguerra. Y es el caso de Cabildo Abierto.
Muchos observadores nacionales y extranjeros quedaron con la boca abierta tras el inaudito crecimiento de este novel partido, con menos de un año de vida. Es obvio que las características personales del candidato –su sencillez, su credibilidad, su discurso, su trabajo esforzado, paciente y sereno-, explican en buena parte, el resultado obtenido. El equipo que colaboró estrechamente con él, también fue un factor clave en la performance electoral de Cabildo Abierto.
Ahora bien… ¿de dónde salieron los votos? Porque los datos fríos, muestran un hecho aparentemente paradójico, y es que el partido tildado por algunos de “ultraderechista”, parece ser el que le sacó más votos a la izquierda. ¿Cómo se entiende? Intentaremos dar una explicación plausible, sin pretender, naturalmente, tener la verdad absoluta en la materia.
Lo primero que llama la atención al examinar –en el Nº 19 de La Mañana- los números de esta elección, es que con respecto a la de 2014, todos los partidos de cierto peso político redujeron su electorado. En números redondos, el Frente Amplio perdió 195.000 votos, el Partido Nacional 47.000, el Partido Colorado 10.000, y el Partido Independiente 50.000. Los que ganaron votos fueron el PERI (15.000), el Partido de la Gente (que tampoco existía y obtuvo 26.000 votos) y Cabildo Abierto (260.000).
Los cuatro partidos mayoritarios en 2014, perdieron en total más de 300.000 votos en 2019. De ellos, 107.000 corresponden a la oposición (PN + PC + PI). Por tanto, los 260.000 votos de Cabildo Abierto, no pueden provenir sólo de allí. ¿De dónde salieron?
Por supuesto, no es posible saber con exactitud cómo se dan los movimientos electorales. Hay ex votantes del PI que pueden haber votado en 2019 al PERI, al PC, o al FA. Lo mismo puede decirse de votantes de otros partidos. Sin embargo, no parece descabellado afirmar que a la vista de los resultados, entre el 30% y el 50% de los votos de CA, deben provenir del FA.
¿Cómo se explica este cambio? En nuestro democrático y libre Uruguay, los votos no son propiedad de ningún partido, sino de quienes lo ejercen. Los partidos, gobernantes y legisladores, representan en las decisiones de gobierno, a quienes los eligen. Pero si dejan de representar sus intereses o sus ideas, cambian el voto. Esto le viene ocurriendo hace tiempo a los partidos tradicionales, y le está ocurriendo ahora al Frente Amplio.
Hay por tanto, un creciente e importante “electorado móvil”, no ideologizado, que en general, se mueve por principios e intereses. Es gente sencilla que trabaja para sacar adelante a su familia, y que alguna vez votó al Frente Amplio porque le prometió un futuro mejor. Pero que se hartó de vivir peor que su vecino, que pasa tomando mate bancado por el MIDES. Se hartó de que la roben, de que le maten a sus seres queridos, de que los narcos entren por una puerta y salgan por la otra… -o por la misma-. Se hartó de que le suban los impuestos. Se hartó de pedir hora con un especialista y de tener que esperar meses para ser atendida. Se hartó de que a sus hijos les enseñen en la escuela pública, perversidades en lugar de ortografía…
El uruguayo medio, el que trabaja para vivir, paga sus impuestos, no está ideologizado, y no tiene un cargo en el gobierno, ni prebendas de ningún tipo, en su momento prestó su voto con ilusión y esperanza a quien le ofrecía una vida mejor. Pero al terminarse el tiempo de las vacas gordas y no ver reflejado el cambio en su vida, la ilusión y la esperanza la depositaron en otro partido y en otro candidato, a quien perciben como más creíble, más serio, más responsable y más cercano: más capaz de resolver sus problemas. Son personas que difícilmente habrían votado en octubre a los partidos tradicionales, y que se sintieron identificadas y cómodas votando a un candidato cercano al pueblo y que da certezas. Un perfil que nada tiene que ver en la realidad, con el horrible cuco que agitan sus detractores.
En síntesis, parece claro que para el ciudadano común y corriente, las elecciones tienen que ver cada vez menos con la izquierda y la derecha, y más con la credibilidad de los candidatos y la seriedad de sus propuestas. Sólo así se explica que esta presunta “ultraderecha”, haya barrido con tantos votos que en el pasado, supieron ser de izquierda.