Después de dos años de desencuentros fue aprobada la Ley Forestal propuesta por el partido Cabildo Abierto y apoyada por el Frente Amplio. La mayoría de los ciudadanos a través de sus representantes en ambas Cámaras votaron a favor de la Ley. En algunos lugares políticos y en algunas cabezas de nuestra ciudadanía llama la atención esta circunstancial sociedad de votos. No debería llamar la atención cuando el fin último de la democracia es que lleguen a buen puerto las decisiones de la mayoría (siempre circunstanciales) y sea respetada la minoría. La mayoría de los ciudadanos, es bueno aclarar. Pues eso es lo que significa una mayoría en las Cámaras.
Es bueno destacar que si nuestro país tiene un futuro posible, lo es en el marco de equilibrios de largo plazo. Y no hay equilibrio posible sino se construyen grandes mayorías de largo alcance en el campo político, para llevar adelante proyectos como fue en su momento la ley forestal de 1987.
Sin embargo, el Presidente promete vetar la Ley aprobada por la mayoría. Aduce el Poder Ejecutivo (PE) razones de juridicidad, oportunidad, mérito y conveniencia. No se explica en el documento del PE cuáles son esas razones de orden jurídico, ni porqué ahora es buena la oportunidad para vetar esta Ley, ni cuándo hay o no mérito y finalmente cuándo es o no conveniente. No se explica por qué el momento es ahora.
La mayoría representada en el Legislativo merece que se respete su voluntad por parte de otro Poder del Estado y si no fuera el caso (en virtud de la posibilidad legal), la mayoría merece una explicación en serio. O sea, el Pueblo merece una explicación clara del porqué se impone un veto a su voluntad.
¿Hay razones detrás del veto? Seguramente. Razones válidas seguramente. Como las razones de quienes llevaron adelante la Ley recién votada. Pero que a lo largo de dos años (¿de intercambios?) no se discutieron de forma clara. Las razones que están detrás de la necesidad de esta Ley de 2021 navegaron por un mar y por otro mar paralelo se habló hasta el cansancio de si el negocio forestal es desde lo económico bueno o malo, si hace daño a la tierra y el ambiente, si da mano de obra y rompe o no los caminos y carreteras, si los suelos, si la cartografía 1:40.000, si el valor de la tierra, si, si…
No se entendió que la presente Ley de Ordenamiento Forestal de 2021 (recién aprobada en el Senado) es una Ley profunda y con mirada de largo plazo. Una Ley que más allá de los aspectos técnicos, busca ordenar el crecimiento de una actividad. Si la tan nombrada Ley de fines de 1987, a quienes en virtud de su apasionada defensa muchos parecen considerar la Tabla de los Mandamientos, ya definió con claridad los suelos apropiados para la forestación ¿por qué molesta ese mismo criterio ahora?
Se argumenta que los instrumentos de calificación de suelos han mejorado en su precisión, que los Grupos de Suelos CONEAT basan su criterio de calificación en cuestiones agrícolas y ganaderas y no en el criterio forestal, que con la cartografía a escala 1:40.000 se precisará mejor la clasificación de suelos aptos y no aptos. Nuevamente la mirada al “arbolito”. ¿No habrá que mirar al monte?
La realidad es que hay un sector importante del panorama agropecuario y económico nacional que corre con ventajas frente a sus competidores y que a esas ventajas otorgadas contribuyen con sus impuestos los propios competidores.
La realidad es que la forestal es una actividad que no contribuye a la radicación de los ciudadanos en su ambiente natural. A propósito, hay cuestiones extremadamente paradójicas: los productores uruguayos pagamos impuestos para subsidiar a productores extranjeros que con las ganancias obtenidas en nuestro país (mediante acciones de esas empresas, por ejemplo) y subsidios de sus gobiernos, viven en sus establecimientos agropecuarios en sus propios países, -además del agravante de los aranceles que nos cobran esos gobiernos para ingresar con nuestros productos-. ¿Productores de países en desarrollo subsidian a productores de países ricos? Aunque usted no lo crea.
La realidad es que esta Ley no cambia ninguna regla de juego. Esta Ley ordena. Su espíritu respeta el espíritu de quienes diseñaron la ley primigenia de 1987. En ese entonces se dieron señales fuertes para una actividad que precisó del impulso de nuestra sociedad. Inviertan, trabajen y den trabajo, obtengan ganancias y contribuyan al bienestar de todos. Se dijo entonces y lo decimos y ratificamos hoy.
La Ley de Ordenamiento Forestal mantiene aquel espíritu, lo ratifica y agrega: pero en forma ordenada. Porque luego veremos y vendrán las nuevas generaciones de ciudadanos uruguayos a decidir libremente por su propio futuro. Hoy decidimos nosotros el futuro de ellos.
Todo esto en el marco de la libertad, la Constitución y la ley.
*Ingeniero Agrónomo
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