Alexis de Tocqueville fue un profundo pensador político que logró encontrar un equilibrio entre la libertad y la igualdad, los dos pilares fundamentales de la democracia moderna. Perteneciente a una aristocrática familia francesa que sufrió los sinsabores del jacobinismo radical, su abuelo Malesherbes un destacado jurista -de ideas liberales- fue llevado a la guillotina por haber ofrecido su servicio como abogado a Luis XVl. Su padre y su madre salvaron milagrosamente la vida con la caída de Robespierre y el fin del Gran Terror.
En medio de la acción pendular de regímenes tan heterogéneos como los que se fueron sucediendo en Francia a comienzos del siglo XIX (República, Consulado, Imperio, Restauración) Tocqueville fue elaborando su obra de mayor renombre: “La Democracia en América”, donde analiza las peculiaridades del sistema de gobierno asumido por las trece colonias norteamericanas que se independizaron de Inglaterra con la ayuda de la Francia monárquica.
Esta obra se transformó en uno de los grandes textos políticos contemporáneos. La cuestión que sigue siendo de actualidad, es la adecuación entre esta doble reivindicación de libertad e igualdad. “Las naciones hoy en día no saben hacer que en su seno las condiciones no sean iguales, pero depende de ellos que la igualdad lleve a la servidumbre o la libertad, a la prosperidad o a la miseria”.
También realiza un minucioso análisis geopolítico del futuro desplazamiento de los centros de gravedad del poder de las naciones, que realizado en esa época, tenía ribetes de profecía: “Hoy en día hay dos grandes pueblos en la tierra que, comenzando desde diferentes puntos, parecen avanzar hacia el mismo objetivo: estos son los rusos y los angloamericanos”. Y agregaba: “Todos los demás pueblos parecen haber llegado casi a los límites trazados por la naturaleza y no tienen nada más que hacer que mantenerse, pero estos dos seguirán creciendo”. Como si las guerras napoleónicas hubieran sido el comienzo del declive de la Europa cosmocéntrica. Y era natural que no vislumbrara el despertar de China que justamente en esos años estaba reducida a la mínima expresión, sometida a extractivos enclaves coloniales a la vez que padeciendo las guerras anglo-chinas, conocidas como guerras del Opio (Tratado de Nanking y cesión de Hong Kong al Reino Unido). También se le escapó a este minucioso historiador y sociólogo francés, el comienzo de la globalización a través del creciente poder de las finanzas.
Dos film para disfrazar dos tragedias
El cine desde su precaria creación por los hermanos Lumiere, hasta los sonoros audiovisuales a color exhibido en grandes salas, fue ocupando un lugar cada vez más privilegiado en el imaginario de los pueblos. Su impacto en el alma humana llevó a que se lo calificara de séptimo arte.
Queremos detenernos en dos superproducciones que tuvieron un inmenso impacto en el público. Distanciadas 26 años una de otra, ambas ambientadas en medio de sangrientas guerras civiles. Una en la Guerra de Secesión de los Estados Unidos y la otra en la guerra Civil Rusa. “Lo que el viento se llevó” y “Doctor Zhivago”.
La primera se estrena ya iniciada la Segunda Guerra Mundial fue considerada la cuarta mejor película norteamericana de la historia, según la clasificación del American Film Institute, mientras que en las encuestas populares aparece de forma regular como “la película favorita de los estadounidenses”.
Para numerosos académicos y personalidades del cine estadounidense “Lo que el viento se llevó” es el instrumento más ambicioso y eficaz para el revisionismo histórico del sur de Estados Unidos. Una suculenta historia de amor en medio de una de las más sangrientas contiendas militares. Ese edulcorado largometraje hacía que los espectadores lloraran no por la crueldad de esas masacres humanas sino por los conflictos sentimentales y las aciagas muecas del destino de los protagonistas.
Adaptada de la novela homónima de 1936 de Margaret Mitchell, “Lo que el viento se llevó” narra la vida de Scarlett O’Hara, hija de una familia adinerada que regenta una plantación de algodón cuando estalla la Guerra de Secesión. Este largometraje narra en primer plano una gran historia de amor, pero también romantiza la esclavitud y defiende una contraverdad histórica: la ideología de la Lost Cause (la causa perdida de la Confederación), que sostiene que los estados sureños lucharon por su independencia política, amenazada por los estados norteños, y no por mantener la esclavitud.
La guerra de Secesión
La guerra estalló en abril de 1861, cuando las fuerzas de los Estados Confederados de América atacaron Fort Sumter en Carolina del Sur, poco después de que el presidente Abraham Lincoln asumiera su cargo. Los nacionalistas de la Unión proclamaron lealtad a la Constitución de los Estados Unidos. Se enfrentaron a secesionistas de los Estados Confederados, que defendían los derechos de sus estados a declararse independientes.
Entre los 34 estados de los Estados Unidos en febrero de 1861, siete estados del sur individualmente declararon su secesión de los Estados Unidos para formar los Estados Confederados de América, o el Sur. La Confederación creció para incluir once estados. Esta nunca fue diplomáticamente reconocida por el Gobierno de los Estados Unidos, ni fue reconocida por ningún país extranjero. Los estados que permanecieron leales a los Estados Unidos (incluidos los estados fronterizos donde la esclavitud era legal) se conocían como la Unión o el Norte.
La Unión y la Confederación rápidamente levantaron ejércitos voluntarios y conscriptos que lucharon principalmente en el Sur a lo largo de cuatro años. La Unión finalmente ganó la guerra cuando el general Robert E. Lee se rindió ante el general Ulysses S. Grant en la batalla de Appomattox Court House, seguido de una serie de rendiciones de generales confederados en todos los estados del sur. La Confederación colapsó, ante la arrolladora ofensiva de “tierra arrasada” impuesta por el Gral. Sherman. Esta “guerra total” era de una crueldad pocas veces vista y consistía en incendiar ciudades, quemar cosechas, arrasar los campos, aterrorizar a la población civil. Macabra estrategia militar que sirvió de espejo a la guerra de aniquilamiento contra el pueblo paraguayo-guaranitico, que se desarrolló casi en simultaneo con el final bárbaro de esta historia.
Desde 1861 hasta 1865, se estima que murieron un millón de seres humanos, entre 620.000 y 750.000 soldados, junto con un número indeterminado de civiles. Según una estimación, la guerra cobró la vida del 10% de todos los varones del norte de entre 20 y 45 años, y el 30% de todos los varones blancos del sur de entre 18 y 40 años.
“Doctor Zhivago” es otra película histórica romántica, estrenada en 1965 dirigida por David Lean con un guión de Robert Bolt, ambientada en Rusia durante la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil Rusa. La película está basada en la novela homónima de Boris Pasternak de 1957, cuyos originales fueron cuidados por la distinguida intelectual uruguaya Susana Soca. Aunque inmensamente popular en Occidente, el libro estuvo prohibido en la Unión Soviética durante décadas. Y también bajo el telón de fondo de una historia de hondo impacto sentimental se amortigua el impacto de una de las más despiadadas guerras civiles que conmovió a Rusia – y luego a la humanidad- hasta los cimientos.
Una nueva era
EL DEBER una destacada publicación boliviana fundada en 1953 por el Dr. Lucas Saucedo comenta el 29 de julio de 2018:
“El encuentro en Helsinki de Donald Trump y Vladimir Putin del pasado 16 de julio —más allá de las personalidades de ambos líderes o de las críticas que se les puedan hacer por otras cuestiones— ha sido de importancia fundamental. Tiende a cambiar un absurdo estado de cosas. Como es sabido, una psicosis francamente alarmante por parte de medios y políticos norteamericanos acerca de las presuntas interferencias de Rusia en las últimas elecciones presidenciales viene siendo objeto de titulares e innumerables comentarios desde hace meses. Seamos francos: EEUU es una superpotencia y una gran democracia; ese tipo de cuestiones no deberían preocuparle a su élite gobernante de la forma inusitada que ha venido sucediendo. Por otro lado, he aquí que mientras la mayoría de los políticos estadounidenses reconocidos como “liberales” y “demócratas” parlotean acerca de la paz, al mismo tiempo paradójicamente se rasgan las vestiduras ante una prueba palpable de paz entre las dos principales potencias nucleares del mundo”.
Trump declaró: “Preferiría tomar un riesgo político en pos de la paz que arriesgar la paz en pos de la política. Eso es mucho más de lo que sus enemigos políticos pueden decir, aunque ya llegó el aluvión de acosos de la prensa liberal por la ‘traición’, agregando una serie de falacias amplificadas que están calando hondo en la mente del ciudadano común. Pero no hay que aflojar, la paz y el futuro del mundo dependen de una durable alianza ruso-americana. Es la real realidad”.
Y concluía EL DEBER: “Una unión de esfuerzos y propósitos de la dupla Rusia-EEUU aminorarán las ambiciones de una China hambrienta de poder; será un contrapeso geopolítico formidable frente al dragón del oriente y en la propia escala mundial. Asimismo, esa unión será exitosa en la lucha contra el terrorismo internacional. Por su lado, los europeos verán si les conviene seguir con su actitud agresiva hacia Rusia o asumir con aguda visión realista los retos del momento y permitir que Rusia mantenga su tradicional área de influencia en el espacio postsoviético”.
Hoy la profecía de Tocqueville ha fracasado, o está sufriendo un eclipse…
TE PUEDE INTERESAR