Finalizadas las elecciones internas, el comentario general de analistas y politólogos ha sido unánime en puntualizar la falta de discusión sobre ideas y en su lugar concentrar todo el poder de fuego en lo que unos y otros hicieron mal o hicieron bien. Se denuncia la falta de construcción de un pensamiento crítico por parte de los nuevos cuadros políticos, en lugar de insistir cómodamente en convencer a los ya convencidos y referirse únicamente a lo que hicieron los oponentes. Todos sabemos que denunciar los problemas sin proponer soluciones concretas no genera los cambios.
No puede haber batalla de ideas si no hay ideas nuevas si nos quedamos en la actitud contestataria de la dialéctica marxista del siglo XIX, en la lucha de clases como motor de la historia y en la dictadura del proletariado como etapa indispensable del proceso.
El verdadero combate es otro y consiste en impedir la concreción del disparatario que alberga en sus alforjas el Frente Amplio, en gran parte impulsado por su brazo sindical, el Pit-Cnt.
En primer lugar, figura el plebiscito contra la reforma de la seguridad social que, a puro entusiasmo irresponsable y falta de análisis profundo, arremete contra el nuevo sistema previsional, producto de un largo proceso de estudio profundo de verdaderos especialistas, fundado en las seguridades de su rigor científico.
En segundo lugar, la acometida se centra en la LUC, a cuyo respecto y aun perdidoso en la consulta popular se dispone igualmente el frenteamplismo a eliminar todos aquellos artículos que, por ampliar el ámbito de libertad y de seguridad de los ciudadanos, se les antojan inconvenientes. Por ejemplo, derogar el delito de escupir o insultar a un policía , aunque este sea una conducta denigrante para un esforzado servidor público.
También aspiran a que el límite para pagos en efectivo sea otra vez de tres mil dólares en vez de cien mil dólares, como si ésta última cifra fuera capaz de financiar las actividades del terrorismo. Se argumenta equivocadamente por un exintegrante de la Jutep que la lucha contra el lavado no ha sido eficaz y su falta de razón es tanta que tuvo que salir el expresidente de la Suprema Corte de Justicia Dr. Jorge Chediak a hacerle callar la boca y decirle que estaban totalmente al día con las exigencias internacionales al respecto y quienes proponen lo contrario solamente benefician al sistema bancario, cuyo interés está en cobrar la comisión por cada una y todas las pequeñas operaciones que se realizan a diario, sin ningún peligro de que se esté lavando nada, dadas las exiguas cifras que se manejan.
No les tiembla el pulso en derogar lo que se ha aprobado mediante un plebiscito. Están acostumbrados a ir contra la voluntad popular mayoritaria expresada en consultas directas al pueblo, como ocurrió con la Ley de Caducidad. Muy poco les importa la seguridad de las instituciones ni las jerarquías normativas si alguna disposición va contra sus deseos o intereses.
Luego, faltaba más, está preparado el ataque contra la reforma educativa y la reinstalación de los representantes sindicales de la enseñanza, para entronizar en los órganos de gobierno a quienes han sido, precisamente, un obstáculo para la reforma del sistema.
Ni hablemos de la necesidad de preservar la regla fiscal, límite para el descomunal despilfarro a que están acostumbrados los frenteamplistas, con inversiones desastrosas en aventuras disparatadas de cientos de millones de dólares, que habrían sido necesarios para abordar la reinstalación decente de muchos de los vergonzosos asentamientos de todo el país que nunca fueron atendidos en sus largos quince años de desgobierno.
También abrigan su encono contra la posibilidad de los allanamientos nocturnos, tienen previsto la creación de un Ministerio de Justicia –como si fuera suficiente más burocracia estatal para reordenar el caos de las Fiscalías Nacionales creado a partir del pésimo Código del Proceso Penal que impulsó el militante frentista Dr. Jorge Díaz, quien no es procesalista– y hasta una legislación penal de orden abolicionista, que escuchamos asombrados en palabras de la senadora Dra. Silvia Nane hace unos días, y sobre lo cual hablaremos próximamente.
Aunque ya se nota, pasada la euforia del primer momento, que el temor a la derrota aconseja a los frenteamplistas una obligada cautela que aviente los aires triunfales de algún impaciente desubicado, es necesario que la coalición de gobierno, que con más de 430.00 sufragios resultó más votada que todo el Frente Amplio que cosechó 410.000, siga en su trillo gobernando el país con eficacia, orden y honestidad como hasta el momento.
Se suma a ese programa desolador que presentan los frentistas la seguridad de un aumento impositivo, que les será imposible evitar dadas las propuestas de su proyecto de gobierno. Pues a su innegable interés en un aumento de la distribución sin el paralelo crecimiento de la producción, se agrega la amenaza cierta integrada a su programa de gobierno de ajustar al alza y “extender las reparaciones a las víctimas de la represión estatal”, que tienen más de 15 leyes reparatorias y son un gravamen que es ya insoportable para el sistema de previsión social, se les ha declarado hereditarias y están permanentemente fogoneadas por una organización privada como Crysol, que tiene un alto presupuesto de insaciables asesores y que se utiliza para servir de pantalla a los curros que denunció el Dr. Carlos Ramella como integrante de la Comisión para la Paz creada por Jorge Batlle.
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