Los concursos para el Magisterio Nacional en Uruguay, concebidos para garantizar transparencia y equidad en el acceso a cargos efectivos, revelan inconsistencias profundas que ponen en duda su capacidad para cumplir con su objetivo. Estas debilidades no solo afectan a los docentes concursantes, sino que también evidencian un sistema desfasado frente a las exigencias del siglo XXI. Inspirándose en las reflexiones de Carlos Vaz Ferreira en Lógica viva (1910), este artículo analiza las falencias estructurales de los concursos y propone un enfoque renovador que los adapte a las demandas contemporáneas de la educación.
El caso de la maestra: entre la justicia y la burocracia
Un ejemplo emblemático es el de una maestra de Educación Inicial que obtuvo más del 60% requerido en dos de las tres pruebas del concurso, pero vio anulada su prueba teórica de Didáctica porque dejó “dos renglones en blanco”. En este caso, al anularse una de las tres pruebas, la maestra pierde el derecho a efectivizarse. Este tecnicismo, no explicitado en el reglamento, expone una contradicción fundamental: ¿cómo puede un sistema diseñado para evaluar competencias pedagógicas anular un desempeño sólido por una formalidad irrelevante?
La lógica detrás de este proceder es injusta y deshumanizante. No se trata únicamente de evaluar conocimientos, sino de cómo se trata a las personas en el proceso. La maestra, al buscar respuestas, enfrentó un laberinto burocrático que amplificó su vulnerabilidad, generando lo que podría llamarse un “sufrimiento agregado”. Esta lógica administrativa refleja una ética que requiere revisión urgente: ¿cómo es posible que un procedimiento educativo provoque tal grado de angustia?
Un reglamento anacrónico para tiempos de cambio
El Reglamento General de Concursos, en vigor desde 2004, ha quedado desfasado frente a los cambios pedagógicos, tecnológicos e institucionales de las últimas dos décadas. Resulta urgente revisar y actualizar estas normativas para adaptarlas a las necesidades de un sistema educativo dinámico y en constante transformación. A esto se suma el hecho de que el documento de Bases del concurso de “oposición” para proveer cargos de maestros de Educación Inicial muestra una actualización manuscrita fechada en 2009, lo que refuerza la necesidad de una renovación integral.
De la memorización a la investigación: un cambio necesario
Para la prueba de Ciencias de la Educación, el tema se selecciona al azar el mismo día de la evaluación a partir de un listado de 12 posibles opciones, mientras que la prueba de Didáctica cuenta con un temario de 10 temas. En total, los concursantes deben preparar 22 temas y estar en condiciones de desarrollar, únicamente con apoyo de su memoria, dos de ellos durante el examen.
La bibliografía utilizada para la preparación de las pruebas no cumple con estándares internacionales actuales. Un ejemplo es la bibliografía de Didáctica, que carece de la indicación del año de publicación en los 40 textos recomendados, lo que complica la tarea de evaluar su pertinencia y actualidad.
Los concursos actuales se alejan de un enfoque investigativo, en el que sería posible elaborar un texto utilizando fuentes disponibles y demostrar habilidades analíticas, críticas y creativas. ¿Qué sentido tiene citar de memoria a un autor, en lugar de consultar directamente la fuente original para analizar una cita relevante en el desarrollo de un tema? En un mundo digital, resultaría más adecuado que los concursantes puedan utilizar recursos académicos y multimediales. Además, sería esencial evaluar competencias profesionales, como la capacidad de realizar entrevistas con familias o diseñar estrategias de mediación de conflictos.
En lugar de fomentar el análisis crítico, se prioriza un enfoque basado en la memorización, generando una falsa oposición entre el conocimiento memorístico y las habilidades analíticas. Vaz Ferreira argumentaría que esta distinción es errónea, ya que ambas capacidades son complementarias y esenciales en la práctica docente.
Evaluaciones de la práctica docente: cuando la subjetividad anula la transparencia
La prueba de práctica docente en aula consiste en preparar un tema, sorteado con 24 horas de anticipación, a partir de un conjunto de cinco opciones relacionadas con el currículum oficial. Previo a la evaluación, el concursante debe presentar al tribunal, de manera escrita, la planificación y fundamentación de la actividad que desarrollará.
Sin embargo, la pauta de evaluación de esta prueba carece de un desglose detallado de puntajes para cada criterio, dejando la valoración en manos del criterio subjetivo de los tribunales. Esto perpetúa una falsa dicotomía: o se confía plenamente en la discreción del tribunal, o se implementa una regulación estricta que elimina su autonomía. Vaz Ferreira argumentaría que un sistema efectivo debe encontrar un equilibrio entre estas dos dimensiones, en lugar de enfrentarlas como opuestos irreconciliables. Sería impostergable diseñar instrumentos de evaluación que logren armonizar la autonomía de los evaluadores con la claridad y transparencia necesarias para garantizar justicia.
El absurdo de las marcas identificatorias: más allá de las apariencias
El Reglamento General de Concursos prohíbe cualquier marca identificatoria en las pruebas, pero no contempla que una frase predefinida, como “La educación en la actualidad”, podría ser utilizada como señal acordada entre un concursante y un miembro del tribunal. Este ejemplo expone una falsa oposición entre las marcas visibles y las marcas verbales. Ambas deben ser abordadas como partes de un problema mayor: la falta de confianza sistémica en la integridad de los actores.
Vaz Ferreira nos instaría a abandonar este enfoque punitivo y centrarnos en construir procedimientos que valoren la sustancia sobre la forma. En Lógica viva escribió: “En un concurso de oposición, cometió uno de los opositores una inmoralidad que se comprobó (fraude, mentira). Alguien sostuvo en el Tribunal que no se podía tener en cuenta ese hecho, porque los concursos solo son para comprobar las aptitudes y conocimientos, esto es: lo que sea de orden intelectual, pero no lo que sea de orden moral”.
Propuestas para un sistema renovado y justo
Superar las limitaciones del sistema actual requiere implementar reformas estructurales que aseguren rigor, equidad y pertinencia pedagógica. Algunas de las acciones clave necesarias incluyen:
- Actualizar el Reglamento General de Concursos, integrando prácticas pedagógicas modernas y el uso de tecnologías avanzadas para alinearlo con las demandas del contexto educativo actual.
- Rediseñar las evaluaciones, priorizando el desarrollo del pensamiento crítico, propositivo, creativo y de habilidades investigativas. Esto implica también la actualización de las bases del concurso para garantizar un enfoque más dinámico y reflexivo.
- Incorporar herramientas digitales y multimediales durante las pruebas, promoviendo un modelo de evaluación acorde con las oportunidades que ofrece la era digital.
- Revisar las normativas sobre identificaciones, enfocándose en asegurar justicia y transparencia, sin limitar la creatividad ni las capacidades expresivas de los concursantes.
Reflexión fermental: una lógica viva para el futuro de los concursos
El sistema de concursos para maestros en Uruguay necesita un cambio urgente. Las fallas normativas, metodológicas y éticas no solo afectan la transparencia del proceso, sino que también comprometen la calidad de la educación. Abordar estas deficiencias con visión transformadora permitirá construir un sistema que valore verdaderamente a cada concursante y garantice que los mejores docentes estén al servicio de la educación inicial en el país.
No ha existido una revisión y transformación de uno de los ejes estructurales de cambio necesario del sistema educativo. El análisis de los concursos docentes bajo la lente de Vaz Ferreira nos muestra que las falencias actuales no son inevitables, sino producto de una lógica rígida y desfasada. Al identificar y desmontar los sofismas que estructuran el sistema, podemos abrir el camino hacia un modelo de concursos más justo, transparente y acorde a las necesidades de la educación contemporánea, evitando en lo posible el aumento de inequidades educativas desde el propio sistema educativo.
Otro aspecto que queremos dejar claro es que no basta con cambiar el currículum prescripto (planes y programas en formato papel). Realizar “reformas” en educación, entendidas como “transformación educativa” (o como se las quiera denominar), requiere de un enfoque sistémico que modifique no solo lo que se enseña y se aprende, sino también los modos de evaluación docente en la provisión de cargos de efectividad y en el avance de la carrera del profesional de la educación a lo largo de su trayectoria laboral.
*Doctora y postdoctorada en Educación, magíster en Currículum y Evaluación, máster en Estrategia Nacional, licenciada en Ciencias de la Educación/Udelar
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