La ley 22 de febrero de 2000 n.28, “Disposiciones para la igualdad de acceso a los medios de información durante las campañas electorales y de referéndum y para la comunicación política”, más conocida como ley sobre la par condicio, nació con la clara necesidad de poner orden y tratar de evitar una disparidad de condiciones entre todas las fuerzas políticas en contienda.
El padre de la ley fue Vincenzo Vita, un experto en comunicaciones que pasó toda su vida política en la izquierda. En esa época Vita era subsecretaria del Ministerio de Comunicación, bajo la dirección del ministro Salvatore Cardinale. Era el periodo en el que la centro-izquierda había mantenido a flote la legislatura con los gobiernos de D’Alema, pero con la centro-derecha liderada por Berlusconi al acecho y dispuesta a repetir el triunfo de 1994. El líder de Forza Italia tenía como principal fortaleza su capacidad de comunicación, siendo además el patrón de una gran potencia televisiva italiana (Grupo Mediaset). Berlusconi tenía de su lado la televisión para difundir su mensaje político a los italianos, por lo que la centro-izquierda buscó la forma de resguardarse limitando el poder mediático del Cavaliere.
Como se indica al principio del texto presentado al Senado, la ley del par condicio tiene un objetivo claro y preciso: “Facilitar el desarrollo de la vida democrática, protegiendo el derecho de los ciudadanos a ser informados de la personalidad y los programas de los actores políticos, y el derecho de las fuerzas políticas a gozar de igualdad de oportunidades de comunicación. Este objetivo se persigue asegurando el debido énfasis en la necesidad del público de una información correcta, completa y objetiva y, al mismo tiempo, garantizando a todos los actores políticos la oportunidad de expresar sus opiniones al público”.
Una intención explícita: hacer frente a las elecciones con las mismas reglas para todos, garantizando la máxima imparcialidad en el plano comunicacional. Además, otro de los objetivos de la ley, como explica Vita, era “evitar los anuncios remunerados durante la campaña electoral”, porque se creía que, si eran permitidos, harían que la desproporción entre el poder de las cadenas de Berlusconi y el resto del mundo de la radiodifusión crearía condiciones desiguales entre los contendientes políticos.
“La disfida della Par Condicio, 20 anni dopo”, Luca Romano, The Skill Press, julio de 2020
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