Don Felipe de Borbón: “Proteger a los más vulnerables y luchar contra las desigualdades que la pandemia ha creado o ha agravado es una cuestión de dignidad entre quienes formamos una misma comunidad política”
El otro gran problema y reto es la crisis económica y evitar, sobre todo, que derive en una crisis social. Cada persona importa y mucho. Por tanto, las personas y las familias deben ser nuestra preocupación fundamental. Especialmente nuestros jóvenes; su nivel de desempleo es altísimo, y no pueden ser los perdedores de esta situación. Nuestra juventud merece tener la formación más adecuada, crecer personal y profesionalmente, y poder llevar a cabo sus proyectos. España no puede permitirse una generación perdida. Proteger a los más vulnerables y luchar contra las desigualdades que la pandemia ha creado o ha agravado es una cuestión de dignidad entre quienes formamos una misma comunidad política. Pero también será fundamental recuperar nuestra economía. Y para ello es decisivo fortalecer el tejido empresarial y productivo, industrial y de servicios. El reconocimiento y el apoyo a nuestras empresas, la protección a nuestros autónomos y comerciantes, tan golpeados estos meses, será imprescindible para crear empleo, ese empleo que tanto necesita nuestro país. Necesitamos, por tanto, consolidar las bases que nos den un horizonte claro de impulso, estabilidad y confianza económica, que anime la inversión y la creación de puestos de trabajo.
Los retos sanitarios, económicos y sociales a los que nos enfrentamos son, por tanto, grandes… enormes, pero no insalvables. Superarlos constituye un gran objetivo nacional que a todos nos debe de unir; que, como ciudadanos, nos compromete y nos obliga a todos; con nosotros mismos, con los demás y con nuestro país. Y, para ello, requiere un gran esfuerzo colectivo, un gran esfuerzo en el que cada uno siga dando lo mejor de sí mismo en función de sus responsabilidades y en la medida de sus capacidades. Para ese gran esfuerzo nacional contamos en primer lugar con lo más importante: con las personas; con el ejemplo de miles de ciudadanos que han puesto su trabajo al servicio de los demás, que han vivido estos últimos meses con abnegación, compromiso y una gran generosidad.
Parte del mensaje de Navidad de Don Felipe de Borbón, Rey de España
La socialdemocracia abandonó a Keynes para abrazar a globalización y la desregulación
Más allá de su evidente interés y altura teórica, el keynesianismo contribuyó a reanimar al sistema capitalista tras años marcados por nefastas experiencias. A la Gran Depresión siguió una época de extrema inestabilidad política y proliferación de ideologías invasivas que alcanzaron su punto álgido con la gran catástrofe que supuso la Segunda Guerra Mundial. A su término, el keynesianismo propició en el bloque occidental un reajuste del capitalismo del que surgió un nuevo equilibrio político y una nueva legitimidad que sumó a la socialdemocracia a la defensa de un sistema reformado, compatible con un Estado de bienestar que mejoró las condiciones de vida de las clases trabajadoras del mundo capitalista desarrollado.
Tras varias décadas doradas de funcionamiento de ese nuevo modelo capitalista, la socialdemocracia se fue incorporando a partir de los años ochenta del pasado siglo a la tarea de desmontar aquel modelo y contribuir, desde una posición política subordinada a los partidos conservadores y neoliberales, al desarrollo de una nueva fase en el devenir del sistema capitalista caracterizada por una nueva ola de mundialización de los mercados, recortes del Estado de bienestar y fuerte presión desreguladora de los mercados laborales, financieros y bancarios. En algún caso, la socialdemocracia intentó puntualmente una acción gubernamental alternativa que dio por fracasada al poco tiempo. Una y otra vez la socialdemocracia volvió a defender la desregulación, proteger los beneficios empresariales como vía segura a la prosperidad y confundir crecimiento económico y bienestar de la sociedad.
La socialdemocracia fue demasiado lejos en la defensa del nuevo modelo neoliberal de sistema capitalista y contribuyó a la hegemonía de un nuevo paradigma económico que impulsó el desprestigio del sector público y la construcción de mercados liberados de la intervención pública bajo el pretexto de una búsqueda de competitividad y eficiencia. Por eso le está costando tanto a la socialdemocracia europea sacudirse de encima el pensamiento económico neoliberal. Para buena parte de la socialdemocracia, la reivindicación del pensamiento de Keynes tiene mucho de ruptura con su reciente pasado y de recuperación de esencias y rasgos perdidos.
Economista español Gabriel Flores, en Nuevatribuna.es
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