El ministro de Defensa Nacional, Dr. Javier García, dice que no está conforme con el aumento otorgado en los sueldos de los militares, pero con el mayor respeto le decimos que eso no es suficiente.
No alcanza con expresar públicamente su disconformidad, pues no es la satisfacción moral de sentir la solidaridad del jerarca lo que necesita y espera el soldado raso, que es el funcionario público peor pagado que existe en el país. Lo que necesita es la realidad del aumento, la mejora de su sueldo en la última oportunidad que tiene este Gobierno para hacerlo.
Porque es necesario materializar la mejora y eso es lo que debería procurar el señor Ministro Dr. García, que debe saber necesariamente que los aumentos del 3% a la oficialidad y el 12% a la tropa son escasos e insuficientes.
Lo que ha pedido el Gral. Guido Manini Ríos, verdadero gestionante de todas las mejoras, es la equiparación con los sueldos de la Policía o en su caso un aumento de $ 1000 para cada soldado. Todo el país reconoce la gran importancia de los servicios que prestan los integrantes de las FF.AA. a la comunidad por fuera de su rol constitucional, cada vez que se les requiere. En una encuesta sobre su calificación que se hizo hace algún tiempo, figuraban en los primeros puestos del ranking de aprobación o simpatía ciudadana.
Todos los gobernantes concuerdan en que deben mejorarse las retribuciones, pero por más que Manini lo reclame, como en tantas otras cosas, sus planteos no son acompañados por los socios de la coalición.
En el “Compromiso por el país”, se acordó en el numeral séptimo en “establecer una nueva escala salarial para las Fuerzas Armadas y proceder a su aplicación progresiva, poniendo especial énfasis en la recuperación de los niveles salariales mínimos”.
Por ende, la preocupación e insatisfacción del ministro no es suficiente como para determinarlo a lograr las necesarias mejoras, pues resulta obvio que las que se atribuye, no alcanzan para cumplir el compromiso de “recuperar los salarios mínimos” como ha sido pactado.
Tampoco es exacto que el general Manini, lo han dicho, sólo se preocupe por los oficiales, pues lo que está reclamando ahora refiere únicamente a los estratos de inferior jerarquía.
Ya hemos comentado que en las custodias perimetrales de las cárceles o establecimientos penitenciarios los militares desde afuera y desde adentro los policías trabajan a pocos metros. ¿Acaso se puede pensar que no conversan; ¿que no se preguntan y dialogan?; ¿que no hablan y de esas charlas surge el conocimiento de la diferencia de sus remuneraciones?
Naturalmente que el señor ministro disgustado no lo considera una prioridad, pero en cambio comparte con el resto de los integrantes del Consejo de Ministros otorgarle a la Comisión Técnico Mixta de Salto Grande (CTM), la suma de $ 200 millones (casi US$ 5 millones). Suma que se agrega a dos partidas anteriores por $ 200 millones de pesos cada una, que ya fueron transferidas como refuerzo de sus gastos en los últimos 12 meses.
Esta sorprendente medida la rechaza el senador Botana en dura crítica al presidente de la delegación uruguaya, Carlos Albisu, a quien califica como un “Papa Noel lleno de plata para disponer y poderla repartir a su gusto”, en contrataciones directas con altas remuneraciones.
Tampoco el Frente Amplio está libre del pecado, pues como dice el Dr. Rodríguez Puppo allí recaló el Ing. Topolansky, hermano de la senadora, premiado con un cargo de alta remuneración en dólares.
Otro senador prestigioso, como lo es Jorge Gandini, está exigiendo conocer el destino de esa importante suma a la CTM, donde aparte de las contrataciones directas, al parecer se otorgan generosos retiros por cifras exorbitantes, en un sistema previsional privilegiado y sin control de nadie, dada la especial naturaleza jurídica de ente binacional.
Nos preguntamos entonces si el Partido Nacional puede criticar el clientelismo en otras filas, pero a la vez practicarlo sin rubor y con entusiasmo.
Esto es lo que tiene que saber la ciudadanía.
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