Cuesta mucho creer que nuestra democracia haya llegado al nivel de cloaca en que se encuentra. Utilizo estas duras palabras dado que son el fiel reflejo de la triste realidad que vive nuestro país a menos de un mes de elegir los candidatos a las elecciones generales. Chats, chismes, dimes y diretes, individuos de más que dudosa catadura que increíblemente ocuparon horas de la Justicia, tiempo de los políticos y exhibición en papel de cierta prensa. Y todo ello quizás para regodeo de una masa cada vez más inculta, pésima educación mediante. Este es el país que se apresta a elegir a quienes serán los que aspiran a marcar los rumbos de los uruguayos hacia el futuro. De Ripley, pero así es.
Aunque parezca ilógico, el autor de estas líneas no es capaz de discernir qué es lo que distingue a los precandidatos del Partido Nacional, del Colorado y del Frente Amplio dentro de cada uno de sus propios lemas, que son en los que habrá competencia interna presidencial. Porque para competir hay que ser diferentes de otros, siempre ha sido así y así debe ser, ya que por algo el cuerpo electoral está convocado a elegir, no a otra cosa, en referencia a ellos.
¿O eso ya no es así? ¿Tendremos que recurrir a la inteligencia artificial para saberlo? ¿Elegiremos por múltiples opciones? Realmente tétrico y preocupante.
Feliz y egoístamente, quien esto escribe no tiene ese problema. Sabe qué hacer. Tendrá frente a sí ciertos matices –que siempre los hay en política–, pero el norte está claro. Lo bueno sería no ser solo y egoísta, sino estar rodeado por muchos otros cuyo norte también esté claro. Y es así y será así. Por algo bastante simple: porque ese norte es atacado por todos lados, lo que traducido a lo dicho por el Quijote a través de la pluma de Cervantes significa: “Ladran, Sancho, señal de que cabalgamos”.
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