En los últimos años los uruguayos, especialmente los habitantes de Montevideo, nos hemos acostumbrado a toparnos en cada esquina con alguna persona que duerme en la calle, tapado entre cartones y frazadas sucias.
Suelen ampararse en recovecos de edificios y plazas públicas. A veces arman verdaderas chozas entre matorrales. Los más desprevenidos pueden llegar a dormir atravesando una vereda, obligando a los transeúntes a esquivarlos, tanto de noche como a pleno sol del mediodía, en feriados o jornadas laborales.
Muchos de ellos ni siquiera piden monedas. Se acostumbraron a ser parte de un paisaje, se despersonalizaron y forman parte de una escenografía incómoda para el resto de la ciudadanía.
Con la declaración de la emergencia sanitaria las calles se vaciaron o, al menos, se redujo sensiblemente la circulación. Pero ellos estaban todavía allí. “Quedate en casa” era una consigna no válida para esta población descartada. Quizás ello ayudó a visibilizarlos.
Desde luego, muchos uruguayos vienen trabajando con estas personas en situación de calle hace mucho tiempo, en refugios y parroquias, y para éstos no es ninguna novedad. Pero la sensación generalizada es que el número de los vulgarmente conocidos como “bichicomes” estaba en aumento, año a año.
La muerte de un hombre de 31 años que buscaba refugio durante una noche de alerta meteorológica no fue la primera de los últimos tiempos, pero sí generó una indignación y reacción como no había sucedido antes. “Si la prioridad no es la vida el resto no puede serlo”, dijo el presidente Lacalle Pou.
En marzo, el gobierno había comenzado a trasladar a personas en situación de calle en riesgo a hoteles. No faltó quien tontamente intentó impugnar esa medida adjudicando intenciones de hacer negocios. Luego, vino la explosión de las ollas populares, los fogones y el reparto de canastas, con una importante participación de voluntarios e impulso desde distintas oficinas del Estado.
La crisis económica que se ve agravada por la paralización de las actividades que trae aparejada la pandemia, extendió un sentimiento de vulnerabilidad que atravesó los barrios y los sectores de la sociedad.
Esta semana el Instituto Uruguayo de Meteorología advierte sobre la ola de frío más intensa del año, con temperaturas bajo cero. El gobierno ya ha incrementado un 57% las plazas para quienes viven en la calle. Según informó el diario El País, las autoridades del Mides le plantearon al presidente Lacalle Pou, la necesidad de utilizar los cuarteles y dependencias militares para albergar a gente que lo necesite.
Además, el ministro Bartol informó que realizarán un censo para tener un panorama detallado de cuál es la realidad de toda la gente que está viviendo en la calle y los que están en refugios. La iniciativa del gobierno movilizó también a la Intendencia de Montevideo que presentó el martes el denominado “Programa Calle”. Bienvenido ese abrir de ojos.
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