El Frente Amplio, en su estilo de siempre, utiliza como instrumento la mentira con la finalidad de bloquear la acción del gobierno que eligió el pueblo.
Ya no se trata del falso relato que se está desvaneciendo, luego de crujir por todos lados, retrotrayendo al año 1968 el golpe de Estado para así poder cobrar los muy jugosos resarcimientos y reparaciones millonarias que han cobrado y extendido hasta la tercera generación de descendientes.
Ahora se trata de argumentar contra la LUC en base a falsedades. Se dice, entonces, que limita el derecho de huelga, que permite el desalojo “express” de modestos inquilinos, que desprotege a la gente facilitando el “gatillo fácil”, que hace retroceder los logros conquistados por los trabajadores, que distorsiona la enseñanza y perturba a los maestros y profesores, que debilita los fueros sindicales, que elimina la inclusión financiera para facilitar los manejos de los bancos, que afecta el derecho de reunión pública y otras inexactitudes.
Y si no les son suficientes esas mentiras vulgares, comenzarán con la cuadratura del círculo, la perversidad de los cometas, el movimiento continuo, la transmutación de los metales y cuantas otras cosas más.
Lo cierto es la campaña ferozmente desatada, de conflictos y paros en las más diversas actividades, que fogonea sin cesar un frente sindical politizado al extremo de haberse convertido en el principal protagonista de oposición a la LUC.
Ahora, temerosos del resultado, han emprendido una lucha por el color de las papeletas, como si ese detalle tuviera gravitante determinación en el votante.
Esa conducta de oposición sistemática, que daña al país y a toda su gente, es la más clara evidencia de que no se resignan a su derrota y profundizan día a día una grieta en nuestra sociedad que es imposible desconocer.
Se observa ahora que se quieren derogar todas las normas de la LUC que tienen por objeto mantener el orden, la paz pública, la libertad y la seguridad ciudadana, que son los principales objetivos de todo intento irresponsable de desestabilización.
Parece que el frenteamplismo se olvidó que tuvo la suma del poder durante 15 años, con una bonanza económica que le vino de afuera, en una coyuntura quizás irrepetible. Y le sirvió para malgastar, despilfarrar y malversar y, además, para colmar sus ambiciones de dinero y su propósito de venganza.
Y que durante esos años abusó del ejercicio del poder, incurrió en un nepotismo jamás visto, en la improvisación más arriesgada, en la visible sobrevaloración de sus cuadros sin importarles la falta de idoneidad, en algunos casos alarmante, en la inversión de los dineros públicos sin análisis ni proyectos, en el gasto sin prudencia ni control, en la pérdida de las formas y en el destrato del idioma aún en eventos oficiales, que se extendió, como novedoso desenfado en los medios, en detrimento del lenguaje más docto que siempre cultivaron nuestros gobernantes y el más respetuoso de la corrección formal, propio del estilo de nuestra prensa.
Finalizando la redacción de estas líneas, leemos la noticia de que se produjo una grave avería en los equipos de la refinería de ANCAP a consecuencia del corte efectuado por el sindicato. Un delegado sindical le dijo a la prensa que en otras ocasiones había ocurrido lo mismo luego de haberse apagado la refinería. Lo dijo para excusar la responsabilidad del sindicato que tomó esa “medida extrema” que costará una fortuna reparar. Pero inadvertidamente, asumió que sabían el peligro de dañarse que corrían los complejos equipos de la refinería y, no obstante, la apagaron igual. Esa conducta, en nuestro derecho, se llama “teoría del asentimiento” y genera responsabilidad, pues el o los agentes sabiendo el resultado dañoso eventual de su conducta lo aceptan y siguen adelante con su proceder.
También es otro motivo para apoyar la LUC, pues demuestra que los paros y las huelgas son licitas, pero la ocupación de los lugares de trabajo, violenta dos derechos: el de propiedad y el del trabajo de quienes no quieran adherirse al paro.
Así son las cosas, guste a quien guste y pese a quien pese.
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