Estamos a pocos días de ingresar en el último año del primer cuarto de siglo y conviene tener presentes algunas cosas que rompen los ojos. Así como ya no se puede jugar un partido de fútbol profesional en una cancha que en una de sus tribunas luzca una oveja pastandoo también que es difícil insertarse en el mercado formal de trabajo sin al menos un oficio definido, también son válidas estas consideraciones para la actividad política. La época de las caravanas para la victoria del Dr. Herrera, muy coloridas y llenas de emoción, son definitivamente algo del pasado, sustituidas por la televisión (hasta por ahí), internet y las redes sociales, y eso hay que asumirlo y fundamentalmente actuar en consecuencia.
En una publicación diaria de un medio de circulación nacional salió hace pocos días un excelente artículo de un columnista desconocido (al menos para quien esto escribe) de nombre Martín Míguez, dirigida básicamente a los coalicionistas, aunque aplicable asimismo a todo aquel grupo o partido nuevo que ingrese en la lucha electoral. Dentro de ella, hay dos aspectos que tienen relación directa con el título de estas líneas y que no pueden ser soslayados, sino leídos y releídos. Uno es la necesidad de recurrir a los servicios de una consultoría en comunicación y marketing para lograr una identidad definida y, se podría agregar, que llegue al mercado, esto es, a los ciudadanos votantes. La otra, quizás más importante, consiste en contratar un equipo profesional de psicólogos, sociólogos y asistentes sociales para intentar comprender cuáles son las motivaciones de fondo que llevan, verbigracia, a una determinada persona a votar a cierto partido político, resultando poco comprensible para el autor por qué alguien que llevó una vida horrible en un barrio o lugar más horrible aún y a quien se le dotó de una vivienda decorosa no le retribuya con el voto a quien logró eso, en el entendido, podría añadirse, que ello se efectuó sin un afán exclusivamente demagógico.
Hay otros aspectos sumamente interesantes que no abordo pues lo más importante, lo más adecuado y sobre todo lo más urgente frente a los tiempos en que vivimos son esos dos elementos que en definitiva llevan a lo del título: profesionalización, cosa que lamentablemente se ha usado muy poco por la futura oposición y no solamente de ahora, pretendiéndosela sustituir por conceptos muy generales, muy elegantes, muy ciertos, pero poco eficaces ante la masa. Ojalá que se abran los ojos.
TE PUEDE INTERESAR: