El Partido Nacional, que es el partido de gobierno –las cosas como son– lo cual es lógico desde que el presidente de la República ha desarrollado toda su carrera política dentro de este partido, se ha embarcado en una especie de cruzada no para recuperar el Santo Sepulcro sino para garantizar el pago futuro de las jubilaciones y pensiones de los uruguayos. Humildemente, solo como habitante de este país, no estoy de acuerdo, al menos en principio. Y diré por qué.
1) Se sigue en términos generales el mismo principio de la reforma de 1996, esto es, que los aportes de los activos lograrán el pago a los pasivos. Si tenemos en cuenta que al asumir el presente gobierno se señaló que unas 400 mil (¡!) personas trabajarían en negro y por tanto sin hacer aportes cuando apenas estamos arañando los tres millones y medio de habitantes, es algo muy difícil de lograr. Y si además añadimos la consabida baja natalidad nuestra, cada vez más en picada, todo se convierte en algo utópico. Y lo peor: dentro de 20 /25 años estaremos en el mismo lugar y con el mismo inconveniente.
2) Para “solucionar”, al menos en parte, este verdadero problemón se recurre a la “innovadora” solución de subir la edad de jubilación hasta los 65 años. De esta manera va a llegar un momento en que el retiro deberá hacerse a los 80 años teniendo en cuenta lo explicitado anteriormente. Pero, además, guste o no guste –es otra historia– tengo la cabal impresión que a la población o a una gran parte de ella esa “solución” no le gusta o por lo menos le teme, y esas personas tienen el total derecho a ser respetadas. Y por lo demás, votan.
3) ¿Es que acaso hay tanta urgencia? ¿Ya el año que viene o el otro no podrán abonarse las jubilaciones y pensiones? Me parece que esa es una exageración y en todo caso también hay otras opciones para ir paliando el descalabro del BPS, como dejar de pagar reparaciones de por vida a ciertos grupos de personas –¡de por vida!– y algunos otros gastos evitables, como reducir el exceso de burocracia.
Y, por último:
4) Una reforma tan general solo puede y debe hacerse con la aprobación de la oposición, como lo señaló hace unos meses el senador oficialista Jorge Gandini, a quien parece que el superior gobierno no ha escuchado. Esto es tan elemental que cuesta creer que no se entienda en su connotación política.
Por supuesto esta es una primera impresión y habría muchísimo más para decir, pero entiendo que no debe abusarse del espacio que La Mañana dedica a sus lectores.
Dr. Esc. César Eduardo Fontana
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