Hace cinco años comenzábamos a trabajar, junto a técnicos correligionarios, en la sección “País productivo” del programa de gobierno de Cabildo Abierto. Ya estamos hoy trabajando nuevamente en ello, porque como muestra el tiempo cinco años pasan pronto.
Contamos hoy con más experiencia, más oficio, con un partido más maduro, ministros y legisladores experientes, directores en espacios de destaque de la dinámica nacional y, fundamentalmente, personas en el llano que a diario vivencian la realidad. Como técnicos en contacto con la política hemos hecho lo imposible para vivir a pleno con esa realidad. Los aciertos y fracasos deben nutrir y dar sustento a quienes en las alturas tienen la obligación y la responsabilidad de gobernar.
Cuando nos reencontramos para esta tarea de elaborar nuestro programa nos preguntamos indefectiblemente, como gente de campo que somos, ¿qué cosas han cambiado en la ruralidad nacional en estos cinco años? Para bien y para mal, y a todo nivel. Por ejemplo, nuestra relación con los mercados externos (a quienes vendemos), el mercado interno (al que también vendemos), el aumento o disminución de tasas, impuestos, créditos y endeudamiento que pagamos quienes producimos, la relación con las autoridades y la comprensión por ellas de la realidad del sector, el clima, las enfermedades, las diversas infraestructuras (carreteras, caminos, ferrocarril, puertos, hidrovías), las comunicaciones y servicios, la salud, la vivienda, y tantos más capítulos que conforman la anchura de la ruralidad. Sí, es una lista extensa.
Sin embargo, alcanza un concepto, un adjetivo, para definir la otra dimensión de la ruralidad, su profundidad. ¿Hemos ayudado a profundizar esta magnitud de la ruralidad en los últimos cinco años? Es decir, ¿hemos logrado que el esfuerzo gubernamental hacia el sector llegue hondo a quienes más lo necesitan? ¿Cómo viven quienes desarrollan su vida en el medio rural? ¿Mejor, peor, igual, bien o más o menos? Las mejoras que mediante esfuerzos del Estado y privados se realizan en los ámbitos citados, ¿llegan a la mayoría de la gente? ¿Llegan en particular a quienes más precisan ese empuje estatal o se pierden en la telaraña frondosa de la burocracia? Ya sabemos, además, que esa gente tiene dificultad para llegar a quienes toman decisiones en las políticas nacionales.
La pregunta fundamental es: ¿logramos con los esfuerzos realizados detener la hemorragia que lleva al éxodo de la población rural? ¿Generamos condiciones varias para el desarrollo propicio y estable de la familia rural o, por el contrario, no logramos detener a quienes huyen de condiciones adversas para lograr en otro lugar (que no en el pago) una vida digna? ¿La familia rural vive mejor?
Trasuntan esta serie de preguntas la preocupación fundamental de Cabildo Abierto en el tema del desarrollo rural (¿artiguismo?): no hay desarrollo rural si no hay desarrollo de la familia rural. No refiere esta idea fundamental a que todo lo demás no importa. Por el contrario, importa mucho por necesario. Pero no por suficiente. Para ser suficiente, para dotar de sentido al desarrollo rural, debe llegar a la familia rural contención, impulso, radicación, vivienda, trabajo, salud, educación, servicios.
En este sentido, la mirada de Cabildo Abierto a la realidad comienza desde abajo hacia arriba, y no al revés. Lo de arriba debe ser funcional a quienes desde el llano soportan las estructuras con trabajo, con impuestos, con consumo, con diligencia ciudadana, con apuesta a un futuro de desarrollo compatible con los principios artiguistas.
Por estos días la expresión económica y comercial de “economía de escala” circula en boca de expertos y también de opinólogos. Las empresas hablan de la necesidad de alcanzar tamaños que faciliten el desarrollo de la economía de escala. Correcto, pero ¿a costilla de quiénes? Nos preguntamos: ¿quiénes quedan por el camino en la consecución por parte de las empresas de sus economías de escala? Claro que es razonable la eficiencia y quienes no son eficientes corren riesgo de desaparecer, pero ¿se estudia el costo social y el alcance de esta eficiencia? Cuidado, porque ya sabemos que los fusibles son siempre débiles por definición y necesidad.
Miremos hacia fuera de nuestro país. ¿Acaso quienes en otros continentes pregonan por las reglas del mercado y por la eficiencia empresarial no gastan miles de millones en subsidios para empresarios que no solo no son eficientes para competir, sino que nunca lo serán? ¿No es eso desvirtuar la razón central del subsidio?
Cuidado con los falsos pregoneros de la libertad de mercado. Cuidado con los vendedores de ilusión. Cuidado con el verso que se recita, pero no transita nunca por el camino de la realidad. Y menos de la realidad propia.
¿Qué es el colonialismo sino la prometida y falsa libertad de comerciar con la colonia, cuando y como la colonia imponga?
Finalmente hay que decir que la batalla por la libertad y la independencia no tiene final previsto. Mientras exista nuestra república, la pelea por la libertad (¿negociación, diplomacia?) será diaria, sin claudicaciones, desde la madrugada más temprana hasta la puesta del sol. Cada tarde, desde cada rincón de esta patria de espíritu levemente ondulado, fértil, de ruralidad ancha y profunda, festejaremos la paz que trae consigo la pelea diaria por una vida libre, digna y justa.
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