Estaba visto. No hay manera que Francia habilite un acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. La nueva excusa es la protección del medio ambiente. Participando del Salón de la Agricultura de París y reunido frente a un grupo de agricultores, el presidente francés Emanuel Macron expresó que un acuerdo con el Mercosur “no es posible si no respetan como nosotros los Acuerdos de París”. Se refería a los acuerdos de cambio climático, las COP y todo un conjunto de invenciones pergeñadas para proteger a sus propios productores ante la competencia de los alimentos producidos en los países del Mercosur.
Ya no sorprende la hipocresía de un país que está borrando playas enteras en las costas de Mozambique, destrozando en el proceso el modo de vida a millares de familias de pescadores artesanales. Todo para instalar una gigante planta de gas licuado que permita abastecer a las fábricas francesas y a los parisinos de electricidad a precios razonables. Se trata del mismo país que desde hace décadas explota las minas de uranio en Niger, dejando en el camino millones de toneladas de residuos radioactivos, exponiendo a sus pobladores a peligrosos niveles de radiación. La Unión Europea obtiene de Niger el 25% de su uranio. Una producción muy “sustentable” y “respetuosa” del medio ambiente, sin lugar a dudas…
¿Es en serio que están preocupados por la Amazonía? Ni hablemos del gran basurero radioactivo en que las empresas francesas han convertido a Mali, cuyo valor estratégico es homenajeado periódicamente desde la seguridad de las alturas por escuadrones de Mirage franceses que liberan sus bombas en una muestra ejemplar de “economía circular”.
Si Francia no está interesada en abrir sus fronteras al trabajo de nuestro sector agropecuario, ¿por qué entonces le seguimos facilitando la entrada de sus automóviles que pululan por todas las calles y carreteras del Mercosur, sin hacer gala de ninguna tecnología “especial”? No podemos quedar sujeto a las prácticas de estos imperios decadentes, cuando existen otros países en el Sur global que podrían estar interesados en montar industrias regionales que reemplacen a los autos de un país que, mediante artilugios, viene bloqueando desde hace décadas la vía del desarrollo genuino de nuestra Nación. Está China, pero también está India, y últimamente Turquía también.
Cristobal R. Stefanini
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