En los primeros años de la posguerra, Yugoslavia quedó decepcionada por la actitud poco amistosa de las potencias occidentales, sobre todo en lo que respecta a los tratados de paz y no tener en cuenta la contribución y los sacrificios de nuestro país durante la guerra. Esto llevó a que nos apoyáramos principalmente en la Unión Soviética, cuya política exterior de entonces tampoco tomaba mucho en cuenta los intereses de la nueva Yugoslavia. Todos estos elementos influyeron muchísimo en fortalecer la convicción de que, ante todo, debíamos confiar únicamente en nosotros mismos, que no debíamos permitir convertirnos en un obstáculo para la política exterior de nadie y que, al mismo tiempo, no debíamos permitir que nadie interfiriera en nuestros asuntos internos, si queríamos preservar nuestra independencia y nuestra propia forma de construir nuestro país y nuestro nuevo sistema social en su globalidad. Estos son los motivos fundamentales que llevaron a que, en 1948, bajo las órdenes de Stalin, primero la Unión Soviética y luego sus países satélites de Europa del Este rompieran todos los acuerdos y asociaciones con nuestro país, lanzándose en una feroz campaña contra nosotros…
¿Por qué estamos a favor del principio de igualdad en las relaciones entre los Estados y las naciones, y en contra de la injerencia de cualquier parte en los asuntos internos de otras naciones? En primer lugar, porque tal interferencia significa una infracción y una amenaza a la independencia de los países en cuyos asuntos internos intervienen otros. En segundo lugar, porque es el reflejo más marcado de la división del mundo en esferas de interés, una situación plagada de peligros de conflictos armados. En tercer lugar, porque significa la prevención de la integración de las naciones, ya que tal cosa es imposible entre las naciones sujetas y las naciones gobernantes. Por consiguiente, creo que existen hoy en día cuatro elementos negativos que son los causantes del miedo y la ansiedad de la humanidad de hoy. Son, primero: la desigualdad entre Estados y naciones; segundo: la injerencia en la vida interna de los demás, y aquí, los que la hacen son casi siempre las grandes potencias o los Estados más desarrollados; tercero: la división del mundo en esferas de interés y bloques; y cuarto: el colonialismo. Hasta que estos cuatro elementos no sean eliminados de la política práctica de los asuntos internacionales, la humanidad no estará libre de temor hacia el futuro.
Parte del discurso del Mariscal Josip Broz (Tito) frente al parlamento de la India el 27 de diciembre de 1954
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