El Frente Amplio, desorientado y sin líderes, no acierta a encontrar su rumbo, a ubicarse en su condición de perdedor y a proceder como debería, asumiendo una oposición constructiva.
Muy por el contrario, su accionar se limita a un antagonismo cerril y sistemático, descaminado y mañoso. No analiza, no propone, no colabora ni contribuye a un fecundo intercambio de ideas.
Su conducta política, como intransigente opositor, recuerda el acertado juicio del profesor y politólogo Botinelli cuando explicaba que “la pérdida del poder político como fin de ciclo, es de tal magnitud, que el afectado tambalea, la vista se le nubla, y a veces no sabe donde está ni que ha pasado”. Parecen proféticas esas palabras pues es lo que le está pasando al Frente Amplio (FA).
Lo más sugerente es que el Frente Amplio carece de un proyecto alternativo y todas sus fuerzas las vuelca en una estéril oposición.
En estos días se ha comenzado a debatir la reforma de la Seguridad Social, de cuya necesidad, el Cr. Astori habló de forma clara en su momento. Nadie duda que, por ser una política de Estado destinada a regir durante varios decenios, merece un acuerdo nacional y el más amplio consenso.
Sin embargo, ya se pronunció en su rechazo el secretariado ejecutivo del PIT-CNT por unanimidad de sus integrantes y, sin más, decretó un paro general como medida de combate y desacuerdo.
Es obvio que los sindicatos no legislan, pero son mucho más que un grupo de presión, porque actúan como actores políticos por medio de su partido: el frenteamplismo. De ese modo, el costo político que pueda tener una reforma de vasto alcance intergeneracional habrá de recaer sobre la coalición de gobierno.
Así ha ocurrido con otros temas que son verdaderas políticas de Estado, como el TLC con China. Sin rechazarlo, lo han recibido con tibieza y escepticismo, como lo ha declarado el presidente del FA, don Fernando Pereira, al decir que es un proyecto como todos aquellos que “se desvanecen”.
De todo ese comportamiento surge la evidencia de que el Frente Amplio no ha trabajado en la formulación de un proyecto propio para ofrecer a la ciudadanía como alternativa, sino que apuesta a volver al poder por la única vía de jugarse al fracaso del esta Administración, para lo que contribuye a diario desde el plano político-sindical.
Por supuesto que ya se advertía el agotamiento de su modelo desde la segunda presidencia de Vázquez que, carente de pujanza y de iniciativas removedoras, quedaba en la comodidad de los cargos, en el aprovechamiento de las ventajas del poder, en el abuso de las prebendas, del nepotismo, de los nombramientos innecesarios y bien rentados, de los viáticos, de los autos, de los viajes y la ordalía del despilfarro con comidas, agasajos y conmemoraciones que costaron cientos de miles de dólares. ¿O se los recordamos?
Los opositores de hoy, fueron ayer gobierno y tuvieron su oportunidad. A criterio de la ciudadanía, que ha sido tolerante con los graves errores de gestión (Ancap, Pluna, Alur, la Regasificadoara, Aratirí, etc.) y además soporta los resarcimientos e indemnizaciones que se han brindado de forma harto generosa a los guerrilleros y sus sucesores hasta la tercera generación, quizás sin saber el costo multimillonario en dólares que han tenido, tienen y tendrán para el Erario Público y el BPS, es decir para los contribuyentes, pero que un día, esa misma ciudadanía, decidió cambiar y sacarlos del poder.
Esos exgobernantes y sus sucesores, ya lo hemos dicho, no se sienten identificados con el destino nacional, sino cuando está en sus manos y entorpecen la gestión de los actuales gobernantes sin pensar en otra cosa que su regreso al poder, sin asumir la real responsabilidad por sus inmensos errores ni practicar una autocrítica sensata y purificadora.
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