El feminismo no es, como inocentemente se podría pensar, una exaltación constructiva de los aspectos más hermosos de ser mujer: la maternidad ante nada, la amistad y el compañerismo con el varón, el espíritu de servicio, amor y sacrificio para llevar adelante un buen hogar y un trabajo y tantas otras características que hacen a las mujeres de bien un baluarte familiar, social y mundial. Cuando hay un entendimiento mutuo con la figura masculina, estamos ante uno de los vínculos de mayor belleza que pueden existir, y si no es así, sino todo lo contrario, seremos testigos del abajamiento de ambos, hombre y mujer, reduciéndose a la posición de contrincantes; aún peor: hasta de enemigos.
Siguiendo a ONU Mujeres, el feminismo “lucha por la equidad de género” y por los derechos de la mujer como, justamente, sujeto de derecho. Este reclamo dice basar su filosofía en la disparidad existente durante siglos de la mujer respecto del varón por causa de su sexo; otro fin perseguido sería terminar con el abuso y la violencia del varón contra la mujer.
Pero la verdad es muy otra.
Las raíces que permitieron gestar, desarrollarse y llegar a convertirse en ideología al feminismo, son las mismas que se lo permitieron al marxismo. Por ello muchos sociólogos y pensadores actuales lo plantean como “marxismo postmoderno”.
Como lo señalaron Olympe de Gouges y Mary Wollstonecraft en sus obras de 1791 y 1792 respectivamente (Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana y Vindicación de los derechos de la mujer) el Feminismo centra su política y su filosofía en desbaratar a lo que llaman “patriarcado”. Este es percibido desde sus orígenes como un estilo indudablemente masculino de tiranizar y someter a la mujer por su condición sexual, cuando lo cierto es que un hombre no mata ni maltrata por su ser masculino. Mata un asesino y maltrata un maltratador, así como es capaz de hacerlo cualquier mujer. No es una cuestión de sexos sino de qué calidad somos las personas.
Pero ¿cómo se relaciona esto con el marxismo y con el marxismo de la postmodernidad?
El marxismo se originó con base en las injustas desigualdades sociales allá por el siglo XIX, que a su vez se fundamentaron en el socialismo, su precursor, siendo Karl Marx y Friedrich Engels quienes lo afinaron como pensamiento político, social y filosófico. Marx lo fue modificando hasta que lo convirtió en comunismo, ideologizándolo. Esto es crucial para entender por qué marxismo y feminismo son el mismo perro con distinto collar. La ideología, según Marx, es aquella forma de pensamiento que, una vez impuesto al pueblo mediante la aprobación del Estado, hará que aquel obedezca sin cuestionarse nada. Es exactamente el método que se usó para blindar al feminismo.
Fueron Marx y Engels quienes hablaron por primera vez de “lucha de clases”, en donde, resumidamente, siempre existiría una “clase opresora” y una “clase oprimida” provenientes del sistema feudal. La segunda debía luchar contra la primera creando una dialéctica que culminara en una síntesis; esta era la “clase” que ganaba sobre la otra. Pero, la concepción marxista aseguraba –y asegura– que esa dialéctica debía y debe ser imparable, permanente y a eso se le llamó y se le llama “revolución”.
En el feminismo se observa exactamente el mismo proceso: la “clase oprimida” (las mujeres) debe levantarse contra la “clase opresora” (el patriarcado o los varones) hasta destruirlos; si el proceso fue ideado por Marx para que luego ocurriera al revés… eso ha quedado en el olvido.
El feminismo busca instalarse para no irse, del mismo modo que el comunismo u otras formas de tiranía explícitas o implícitas en las organizaciones sociales del mundo.
De igual modo, el feminismo borra la propiedad privada y el derecho a la familia. Es por eso por lo que constantemente a nivel mundial se crean comunas en donde ni los hijos ni los bienes son de nadie… excepto del Estado. El “Dios Estado” deviene en algo omnipotente e indestructible, dentro del cual, entre muchas otras cosas, se condena a las religiones, “opio de los pueblos”, únicas concepciones capaces de devolver al ser humano su consciencia de sujeto de lícito derecho. Es por ello por lo que nada de lo que nazca del feminismo o marxismo postmoderno puede considerarse confiable. De las luchas “de clases” de antes como de las actuales, el individuo en tanto persona se empobrece mientras el Estado engorda más y más. Pero… este no es una entelequia abstracta e invisible, sino algo muy concreto constituido por señoras y señores con nombres y apellidos… y con cuentas bancarias nacionales o internacionales que se irán llenando con los bienes ajenos.
La vida de los hijos de Marx fue impresionante: de siete, tres murieron de inanición y dos se suicidaron.
De esta oscura corriente ideica derivó el feminismo postmoderno. ¿Será su sino perseverar en el tiempo como una ideología que deplora a la familia y que trata a los hijos, en especial a los no nacidos, como desechables, sin condición humana y convertidos en materia prima para grandes negociados? ¿Y a los varones nacidos como pasibles de ser destruidos (caso Lucio Dupuy, Argentina, 2023, entre otros) y transexualixados? ¿Y a las mujeres como a seres sin dignidad ninguna contrariamente a lo que dicen pregonar?
No todo es lo que parece.
*Psicóloga
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