Los estudiosos de la materia afirman que en el área de la filosofía muy poco se ha avanzado en los últimos 25 siglos. Lo que los grandes filósofos griegos, en particular los del siglo V y IV antes de Cristo formularon no ha sido aún superado. Decía un erudito en el tema que “todo lo que se escribió después de ellos no pasó de ser más que acotaciones al pie de página.”
Y las instituciones en que reposa la convivencia de ese animal social que se denomina hombre se apoya en un sustento filosófico al que a los enfoques de Platón y Aristóteles le han aportado una sólida cimentación. Como lo dice su etimología (demos=pueblo, cratos=poder) la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el común y mediante el mecanismo de participación directa o indirecta que es lo que le confiere legitimidad a sus gobernantes que pasan a ser sus representantes.
Tomás de Aquino en el siglo XIII conjugando el pensamiento griego (en especial de Aristóteles) con la arraigada concepción cristiana de ese entonces, llega a conclusiones de alta política que mantienen plena vigencia en este dubitativo siglo XXI: “Que la ciencia política, principal ciencia práctica, se debe ocupar del Bien Común, que es el fin perfecto y último de las cosas humanas…” y más adelante sostiene…”Que la ordenación política de la comunidad al Bien Común requiere de la participación de todos sus miembros…”
Y por ahí se podría seguir incursionando en un tema sobre el que se han escrito muchos y voluminosos tratados. Para visualizar entre nosotros, en nuestro medio, un ejemplo histórico de participación del demos en la cosa pública (República) bástenos evocar el modelo instaurado por Artigas en todo el proceso que encabezó en aras de la Independencia, más allá de sus éxitos y sus fracasos. “Mi autoridad emana de vosotros…”
Pero si bajamos a la realidad de esta turbulenta carrera que estamos viviendo en vista a las próximas elecciones, nos gustaría preguntar ¿Cuáles son los peligros que acechan a este conjunto de instituciones que mal o bien aseguran la convivencia entre los uruguayos?
En primer lugar, el desmedido afán de tomar partido fraudulento en cualquiera de los bandos en pugna falseando realidades, creando cucos, fabricando etiquetas, inventando historias.
Y en este sendero se deslizan sofismas que generan dudas sobre el futuro de la Democracia y las libertades públicas.
Se hace un análisis a la ligera de la “perversa dictadura de los 1970” sin preguntarse cuáles fueron las principales causas que coadyuvaron a que se produjera ese colapso institucional.
Se pretende ignorar la estrecha relación que hubo, por acción o por omisión, entre la debacle económica que destruyó los ahorros de la clase media, entre las mega devaluaciones lucrativas para un reducido grupo de especuladores y miseria para los más, los escándalos financieros (léase banco Mercantil, financiera Monty, etc), con la guerrilla del MLN que adquiría alas.
La Democracia y su corolario el Estado de Derecho, no le puede extender patente de corso a cualquier emprendimiento económico inescrupuloso, reñido con la ética y en colisión con los intereses de los verdaderos inversores nacionales. No se puede seguir tolerando que la “delincuencia de cuello blanco” pretenda seguir dando cátedra de lo que es democracia y cuales son los peligros que la acechan, cuando son precisamente ellos los que la terminan demoliendo con su reiterada inconducta.
La defensa de las Instituciones es tarea de toda la Sociedad.