Esto nos enseñaba Eduardo Galeano, en “Las venas abiertas de América Latina”, en el capítulo dedicado a “La estructura contemporánea del despojo”. Publicada en 1971, la obra era una especie de reciclaje de la “leyenda negra”, el movimiento propagandístico anti-hispánico financiado por Inglaterra y Holanda en el Siglo de Oro. Galeano adaptó con prosa fluida -y algo lacrimógena- todo el cuerpo doctrinario acumulado por siglos, apuntando la mira hacia los Estados Unidos y esa “burguesía nacional” cuya “esterilidad culpable” había supuestamente abierto las puertas al pillaje de los rubios del norte. Con altos y bajos, ese es el leit-motiv de este ensayo que sirvió de inspiración a toda una generación de jóvenes, muchos de los cuales hoy son ilustres dirigentes de la que conocemos como “izquierda caviar”.
El argumento de Galeano era muy simple: para que exista un extranjero abusador, es necesaria una elite local complaciente y acomodaticia. Visto desde este ángulo, la obra no ha perdido actualidad. La recopilación de supuestos “pillajes” a los cuales fue sometida nuestra América Latina recuerda en muchos casos varios eventos ocurridos durante la gesta progresista de los últimos tres lustros. Ni siquiera en eso fue original el progresismo en su versión extranjerizante y entreguista. A tal punto que esta obra podría servir de guía de partida para aquellos interesados en auditorías y comisiones investigadoras.
Claro que los métodos de extracción han cambiado, aunque no así el trasfondo del problema. Todo lo que se refiere a “extracción de minerales” y “transporte ferroviario” se puede sustituir por la palabra celulosa y sería publicable hoy día sin que nadie advirtiera que es un texto escrito hace 50 años. La negociación encarada por el triunvirato progresista con UPM entrará en los anales de la historia nacional como una de las grandes genuflexiones sufridas por el pueblo oriental. Bastó que viniera un gobierno con apego a las instituciones y la transparencia, para que UPM se decidiera a aportar USD 250 millones adicionales al país. Por si faltaba evidencia que quedaba mucha tela por cortar en la negociación.
No cabe más remedio que imaginarse cuánto más hubiera obtenido el país si ese triunvirato no hubiera negociado entre gallos y medias noches un acuerdo secreto. Forma de negociar que no solo violentaba la institucionalidad uruguaya, sino que constituía una pésima forma de pararse ante una empresa multinacional. Un mínimo blindaje con el parlamento hubiera permitido al Poder Ejecutivo obtener varios cientos de millones más.
Tiempo antes, el presidente Vázquez había llamado a todo el arco de la oposición cuando pensó que había descubierto petróleo. ¿Sería una parodia escrita por un mediocre letrista? ¿O estarían haciendo como el tero mientras encaraban la negociación con UPM?
Es verdad que lo de UPM fue un “error” por acción, en el afán de un equipo económico escaso y poco esclarecido por generar actividad económica.
Pero también es verdad que hubo varios “errores” por inacción, como el haber tolerado el explosivo crecimiento en el tráfico de la cocaína. El anterior director de Aduanas fue desplazado cuando ya no se podía ocultar el sol con las manos, pero por ahora lo único concreto resulta de una investigación periodística que no ha sido desmentida. La Jutep -que llegó a investigar parentescos entre el presidente y su chofer- ha guardado silencio hasta ahora. Preocupada por el financiamiento a la política, no puso la mira todavía en ver si alguna agrupación política pudo haber recibido fondos provenientes de alguno de los actores.
Daría la impresión que algunos funcionarios ni siquiera mantuvieron la pretensión de ser centinelas, y directamente actuaron como pajes de oscuros intereses. Es así como todos los días aparece una nueva “puerta de entrada”, “consultoría” o similar que intermedió entre organismos del Estado y estos intereses. La creatividad pareciera no tener límites, y alcanza hasta la cocina del Antel Arena, la que un hábil empresario logró convertir en un bien privado.
Esta indiferenciación entre lo público y lo privado aquejó a muchas de las repúblicas postcoloniales de Centroamérica, un caso claro del patrimonialismo al que se refería Max Weber. Lamentablemente, la gestión del triunvirato caviar nos acercó peligrosamente a algunos países centroamericanos que mirábamos con desdén. Quizás Galeano ya anticipaba que sus compañeros de ruta, devenidos en centinelas de los portones del Estado, no lograrían escapar a la fuerza centrífuga del poder y del dinero. Y caerían en las mismas trampas de los Somoza o los Baby-Doc Duvalier.
Lo absolutamente cierto de todo esto es que resulta imprescindible desterrar rápidamente esta peste que se ha hecho lugar dentro de un Estado al cual se le bajaron las defensas en forma inexplicable. Es por ello que tienen que empezar las auditorías, ya que la ciudadanía espera con ansiedad y esperanza a que se acabe el recreo.