Un “banco zombi” se refiere comúnmente a una institución financiera en quiebra que continúa operando gracias al respaldo de garantías estatales. En este trabajo examino el rol internacional de la libra esterlina durante el periodo de Bretton Woods, a la cual caracterizo como una moneda internacional zombi. Basándome en información recientemente desclasificada, propongo una nueva narrativa sobre el declive de la libra: a partir de 1945, se convirtió en una moneda internacional zombi, que solo conseguía sobrevivir dentro de su mercado cautivo.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el Banco de Inglaterra quedó paralizado por las deudas de guerra que se confinaban en gran medida a la zona de la libra, lo que permitió a Inglaterra impedir la cancelación de estas deudas en libras esterlinas. Los miembros de la zona de la libra tampoco podían diversificar libremente sus reservas de divisas, ya que eran amenazados sistemáticamente por las autoridades británicas con aplicar sanciones comerciales y de control de cambios, así como con el congelamiento de activos de quienes intentaran hacerlo sin recibir la aprobación de Londres. Las autoridades británicas lograron así mantener la circulación internacional de la libra utilizando el chantaje internacional, la propaganda y las sanciones económicas.
De esta manera, las autoridades británicas supervisaban y aprobaban caso por caso las tenencias de oro y de dólares de los países de la zona de la libra. No cumplir con este sistema implicaba, al menos sobre el papel, la expulsión de la zona. Para garantizar que los países de la zona –que en su conjunto poseían el 65% de los pasivos netos del Reino Unido en 1945– no liquidaran estos saldos, las autoridades británicas aplicaban un sistema de incentivos económicos y sanciones. La no obtención de la preceptiva autorización del Tesoro significaba que la suma a pagar o a acreditar fuera enviada a una cuenta bloqueada. Las infracciones a esta ley de control de cambios podían castigarse con penas de prisión y la pérdida de los fondos en cuestión.
Las autoridades británicas promovían la zona de la libra esterlina como un sistema de pagos destinado a simplificar el comercio y los pagos entre los países miembros. El Banco de Inglaterra se presentaba como el banquero de la zona, organizando los pagos multilaterales y manteniendo las reservas de oro y divisas. Asimismo, las autoridades británicas argumentaban que la pérdida del acceso al mercado de capitales de Londres y al sistema de pagos internacionales de la zona –en caso de salida de la misma–, afectaría a la capacidad de endeudamiento del país saliente y el acceso a la liquidez de sus instituciones financieras. Esta constituyó la tercera amenaza de las autoridades británicas.
La dialéctica de la coerción y el “libre mercado” británico
En 1946, Egipto era el segundo tenedor de saldos en libras, después de India, con 440 millones de libras esterlinas. De ese total, 400 millones eran resultado de los saldos acumulados durante la guerra por los gastos militares británicos. Cuando Egipto solicitó convertir 25% de los saldos a oro, las autoridades británicas se escandalizaron, calificando la exigencia egipcia de “completamente inaceptables”. En efecto, los británicos solo estaban dispuestos a aceptar una liberación gradual de 10 millones de libras esterlinas por año. Al mismo tiempo, “pedían” una cancelación parcial de las deudas de guerra (ndr: en el glosario del FMI para países subdesarrollados, a una medida de este tipo se le llama “quita” de la deuda. La medida no quedó registrada en los anales históricos como “default” ya que el marco jurídico internacional no estaba pensado para que un país periférico tuviera el “tupé” de declarar un incumplimiento del Imperio británico). Las negociaciones comenzaron en 1946, pero el 2 de junio de 1947 las autoridades británicas ya empezaban a considerar el bloqueo de los saldos egipcios:
“Si se rompen las negociaciones, […] debemos bloquear todas las cuentas, es decir, no solo las tenencias del Banco Nacional (de Egipto), sino las de los bancos comerciales y personas privadas, con el objetivo de paralizar todo el comercio exterior de Egipto a un punto muerto y, por supuesto, afectar a la confianza en su moneda. […] Pero para que el bloqueo sea efectivo, probablemente tendríamos que poner a Egipto fuera de los territorios regulados”. Carta a M. Trend, 2 de junio de 1947.
El 15 de julio de 1947, Egipto se vio oficialmente obligado a abandonar la zona de la libra, junto con Sudán, que ligaba su moneda a la libra egipcia. La prensa británica intentó imponer la narrativa de una salida “voluntaria” de Egipto.
“La decisión de Egipto de abandonar la zona de la libra esterlina es producto de circunstancias propias de su caso particular. […] Tampoco el paso formal de la salida de Egipto de la zona de la libra debe ser vista como algo más que un cambio técnico. […] la totalidad de las reservas externas de Egipto seguirán estando en libras, aunque en libras no disponibles”. The Economist, julio de 1947.
Años más tarde, le tocaría el turno a Ghana, que transitaba por su proceso de independencia:
“El efecto sobre Ghana de dejar la zona de la libra ya fue resuelto hace unos meses, cuando el Dr. Krumah amenazó con hacerlo a menos que se le garantizara asistencia financiera. Las desventajas para Ghana (…) incluirían: obstáculos al libre flujo de capitales privados hacia Ghana, imposición de un control de cambios, represalias en sus relaciones comerciales, daños a su acceso al crédito y a la confianza”. Carta a D. Rickett “Dejando la zona de la libra” de A.W. Taylor, 27 de septiembre de 1957; comunicación entre oficiales británicos, discutiendo las medidas a aplicar en caso que Ghana decidiera seguir adelante con sus planes de salida de la zona de la libra.
Extraído de “Zombie International Currency: The Pound Sterling 1945-1973” (Una moneda internacional zombie: La libra esterlina 1945-1973), de Maylis Avaro, profesora de la Universidad de Oxford y miembro de la Fundación Nacional Suiza para la Ciencia. Trabajo publicado por el Instituto Universitario de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra (Suiza)
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