En el último informe publicado por la Unidad de Deuda del MEF, la situación del sistema bancario es muy confortable. Los bancos tienen el doble del capital requerido por el regulador, al mismo tiempo que el retorno sobre el capital en el año móvil, terminado en setiembre de 2020, excedía el 21%. Normalmente, un excedente de capital de tal magnitud iría asociado a una menor rentabilidad, ya que el capital excedente no renta. ¿Cómo se explica esto?
Daría la impresión que los bancos que operan en Uruguay están registrando rentabilidades anormales, ya sea en comparación con el entorno empresarial uruguayo, o con la banca internacional, especialmente en el contexto actual de pandemia. La única explicación posible se encuentra en las grotescamente altas tasas de interés aplicadas en los créditos al consumo (según un funcionario del BCU serían “legales”) que habilitan a los bancos no tener que preocuparse en asistir al mercado de pymes y a las empresas nacionales en general. El resultado es que los excedentes de liquidez se transfieren a las casas matrices en los respectivos países, de modo que estas pueden asistir a sus propias pymes y familias, sin dudas aplicando en esos casos tasas más romanizadas.
Esto no resulta sorprendente cuando el propio intendente de regulación del BCU admite, cándidamente, en su cuenta personal de Twitter que el BCU “regula a favor de los regulados”, introduciendo toda una nueva dimensión del concepto del regulador capturado por el regulado. Parecería que algo se descarriló hace tiempo en la institución de la diagonal Fabini.
Jaime Buchanan
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