Lo que sigue intenta comentar una situación que nos afecta individual y colectivamente. Centra la atención en uno de los tantos roles y funciones inherentes al Estado: la seguridad interna, la cual, debido al negativo incremento que ha tenido, pero puede aplicarse a las restantes funciones del Estado.
Premisas
El Estado es una concepción política caracterizada por una forma de organización social que recurre a instituciones especializadas para regular la vida de una comunidad en el marco de un territorio nacional. Esos organismos están encargados de aportar los servicios y las funciones que provean seguridad, justicia, bienestar, orden social, desarrollo económico, protección de los derechos de sus ciudadanos y garantizar su convivencia pacífica. El éxito de estos objetivos depende de cómo son gestionados funcionalmente y de los recursos dispuestos para ello.
La comunidad delega en el Estado lo que no puede realizar personal o corporativamente. Nuestro Estado es integrado mayoritariamente por un grupo partidario, la oposición participa parcialmente de las instituciones; ambos son elegidos en comicios quinquenales.
Los hechos
Estamos constatando crecientes manifestaciones colectivas e individuales destacadas por: el antagonismo entre partidos políticos, en el que se confunde crítica constructiva con censura sistemática y se anteponen intereses corporativos en detrimento de los nacionales. Observamos, también, la carencia de valores éticos y morales, tanto en el ámbito público como privado; las discriminaciones raciales, religiosas, políticas, sociales, ideológicas, etcétera; la violencia verbal y física; los delitos y crímenes con violación de leyes civiles y penales, así como las afectaciones medioambientales.
Los cuestionamientos
Objetamos la entidad de estas manifestaciones, pero los desastres provenientes de la naturaleza son asumidos con resignación. Las dependencias estatales destinadas al contralor de las carencias e irregularidades son inoperantes o ausentes. La marginación social constituye la mayor fuente de injusticias y de transgresores. La comunidad consume noticias y películas violentas que tratan minuciosa y generosamente esos temas. Los medios de cominicación, amparados en la excusa de “la libertad de expresión” priorizan los delitos porque “venden”, confundiendo periodismo con informativismo; instruyen a los delincuentes sobre datos que dificultan o impiden el esclarecimiento de las violaciones (revelando la existencia de cámaras de vigilancia, huellas dactilares en las vainas, etcétera); magnifican un delito solitario dando la sensación de que es más importante de lo que en realidad es; relegan otras actividades de la sociedad vinculadas con el arte, la ciencia la tecnología, etcétera.
Para superar ciertos acontecimientos extremos, se recurre a soluciones radicales (amputaciones, podas, quemas, etcétera), pero ponemos reparos escudándonos en los derechos humanos de unos pocos en detrimento de la mayoría. Ante una endemia o una epidemia se proveen vacunas para toda la población y ante el flagelo de la inseguridad se tiende a encarar la consecuencia en lugar de la causa. El ingreso de drogas y el narcotráfico no es calificado peor que una pandemia cuando sus consecuencias lo son. Admitimos la excarcelación de un delincuente que sale más peligroso y violento que cuando entró. ¿Qué valor tiene la vida de un asesino serial e irrecuperable como para que el Estado lo mantenga durante décadas?
Epílogo
El país en su conjunto está ante una situación inédita, conminada exterior e interiormente por una multiplicidad de causas y factores de distinta entidad, que afectan su existencia y su futuro, desde la naturaleza con sus inundaciones y sequías, los foráneos intereses económicos e ideológicos, el crimen organizado y el narcotráfico, con sus consecuencias sanitarias, sociales, económicas y políticas, sin mencionar los cambios tecnológicos como la informática, la robótica y la inteligencia artificial.
Nuestros próximos gobiernos necesitan estar integrados por un personal capacitado y proclive a los adelantos que ya están en los países avanzados. Los políticos han demostrado ser intermediarios entre el conocimiento y la realidad. Sus campañas proselitistas carecen de programas que propongan soluciones integrales a los problemas detectados. Precisamos un estadista y estratega que sea capaz de enfrentar y superar la lucha contra la inequidad social, la falta de acuerdos políticos, las ideologías fundamentalistas opuestas al bien común, y la falta de éticas personales y colectivas.
*Ignacio David Weisz
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