Qué extraño misterio oculta la doble actitud de El Observador, un periódico que en poco más de un año va a cumplir tres décadas.
Por un lado, en su espacio editorial, como se lo designaba en la jerga convencional de la prensa tradicional, se mantiene una actitud políticamente objetiva, donde participan prestigiosos juristas, destacados politólogos, conocidos hombres de letras, etc., tanto de nuestro país como figuras de renombre internacional. Más allá de sus variados matices filosóficos, todos sus textos apuntan a conformar la imagen de una publicación seria y de prestigio.
Por otro lado, como si hubiera un divorcio (¿acordado?) entre su dirección y su redacción, la abundante información que difunde el matutino lo hace en tono estrepitoso, adoleciendo de un prejuiciado enfoque sesentista, en clave de “prensa amarilla”, donde las reiteradas fake news se tutean con la maledicencia y los prejuicios obsesivos. Y estas dos caras con que se presenta al mismo producto, nos hace pensar en aquel gancho comercial: ¡paga uno y lleva dos!
Aun asumiendo que estamos frente a un fenómeno de doble personalidad, nos resulta -a primera vista- inexplicable la actitud de hostilidad permanente que mantiene contra el Gral. (R) Guido Manini Ríos. Actitud que no comienza con el viraje que dio el militar, en su vocacional carrera, para ingresar sorpresivamente a la arena política, sino que se remonta a mucho antes. El mismo día (2 de febrero de 2015) que fue designado Comandante en Jefe de la Fuerza de tierra, El Observador, utilizando una foto maliciosa, titulaba en forma capciosa como para generar una desavenencia entre el gobierno saliente y el entrante, que el Dr. Vázquez estaba en desacuerdo con este nombramiento… “que no estaba en sus papeles…” Cuando es de rigor en un régimen democrático, que los gobiernos entrantes tengan como primera prioridad -previa a asumir- contar con jefes militares de su estricta confianza.
Al constatar la persistencia de los ataques velados, una persona allegada al director de El Observador le comentó por qué no paraban la mano. Y apelando a las supuestas convicciones del Dr. Peirano le dijo si no le parecía una obra relevante el haber reconstruido la capilla (del Sagrado Corazón de Jesús) del Hospital Militar, que en el período dictatorial se había ordenado demoler, sin siquiera reparar que se trataba de una construcción del patrimonio histórico nacional.
La actitud hostil continuó impertérrita, recrudeciendo con el arresto a rigor en setiembre del 2018 y dando lugar a todo tipo de conjeturas: de si era esa la sanción adecuada o la destitución. Una vez acaecida ésta 6 meses después, ahí sí, se desencadenó una virulenta campaña que comienza por falsear el motivo de la destitución.
Campaña que se prevalece de haber obtenido en forma exclusiva los documentos reservados de lo actuado por los Tribunales de Honor. De toda esta información privilegiada que indebidamente llegó a El Observador (vaya uno a saber de qué favores eran acreedores) se hace un uso arbitrario. ¡La peor mentira es la verdad a medias! El archiconocido historial de Gavazzo se transformó para este medio y -otros muchos- que veían con honda preocupación la posibilidad de que Manini emprendiera una exitosa carrera política, en una espesa cortina de humo para desdibujar su imagen de hombre íntegro y su propuesta política auténticamente Artiguista.
Desde estas mismas páginas, el 2 de octubre pasado, se le contestó al periodista Leonardo Haberkorn que el documento que se manipulaba como Expediente Completo, que él daba a conocer a través de El Observador “en realidad no está completo y recién comienza en la foja 15”. Preguntándole
“¿Qué hay en las primeras páginas que no fue dado a conocer?”
Todo el mundo pensó que finalizada la campaña electoral no tenía sentido seguir hostigando mediáticamente a una exitosa nueva fuerza política que participa calmamente y con paso firme en el nuevo gobierno en la denominada “coalición multicolor”.
Pero la gota que desborda el vaso fue la edición del pasado fin de semana (sábado y domingo) donde la tapa destaca a la par en dos grandes títulos el “Desafuero de Manini”… y al lado una destacada reminiscencia de los años 50 con la llegada a Uruguay del derrocado presidente de Guatemala, el coronel Jacobo Arbenz.
Solo en una publicación que omite exhibir su verdadero logo, que debería ser la imagen de Jano el dios de los dos rostros, se podría dar estas dos notas sarcásticamente contrapuestas.
Por un lado el Gral. (R) Manini, el ciudadano metido a político a pesar de él, que respeta a rajatabla el orden democrático y la reglas de juego constitucional, al que le dedican 2 capciosas páginas y por otro lado 2 paginas a la discutida figura del militar guatemalteco, participante de varios pronunciamientos cuarteleros, hasta que accedió a la presidencia, luego del misterioso asesinato al pasar un puente del Comandante del Ejército guatemalteco Francisco Arana y sus tres acompañantes en 1949. En una secuencia de causa-efecto Arbenz accede a la presidencia de la que es derrocado en 1954.
Pecaríamos de excesiva suspicacia si atáramos los 2 motivos principales de esta publicación ampliada para el fin de semana si no leyéramos llenos de asombro lo que introduce el articulista venezolano en el pormenorizado panegírico del Cnel. Arbenz, que El Observador asume como propio.
Allí se describe con lujo de detalles el arribo del militar guatemalteco al aeropuerto de Carrasco donde lo esperaba “un enjambre de periodistas… un pelotón de bienvenida…” Lo asediaban con la pregunta de por qué se refugió en Checoslovaquia.
Pero el articulista Javier Conde -nacido en España y radicado en Venezuela casi toda su vida- que ni siquiera llegó a conocer a casi ningún medio de la prensa uruguaya de la época, que en aquella oportunidad despachó al tan temido enjambre de periodistas, se acuerda como cubrió la nota uno de los tantos periódicos: “…en una nota, comenta Conde, publicada en el diario La Mañana (fundada en 1917 por Pedro Manini Ríos, el abuelo del Gral. Guido Manini Ríos) lo presentaba como ex jefe del gobierno soviético de Guatemala”.
Seguramente al Sr. Conde alguien de la redacción le sugirió este comentario, de monótona secuencia obsesiva.
¿Y no se le ocurrió a Conde, buscar lo que dijeron los otros medios? ¿Qué comentario habrá hecho El Día o El País o La Tribuna Popular o El Debate. Claro que para El Popular se trataría del más progresista de los gobernantes de América Latina…
Este sensible cronista que hizo la mayor parte de su carrera de periodista en Venezuela, seguro que nadie le sopló que a la llegada de Arbenz a Uruguay en 1957, en el “flechado” órgano de prensa fundado por el abuelo del Gral. Manini, ya integraban su redacción, figuras como Mario Benedetti, Carlos Martinez Moreno, Manuel Martínez Carril, Omar Prego y otra importante nómina de excelentes periodistas a los que nunca se les reprochó sus afectos políticos.
¡Pero es duro de admitir que El Observador se dedique ahora a batirle palmas a causas tan controvertidas!
Sin ir más lejos en un número de fin de año, el mismo periodista cubre también con lujo de detalles la “Operación Causa Justa” describiendo la masacre de civiles (mujeres y niños) que la aviación de EE.UU. protagonizó en Panamá en 1989 bombardeando barrios populares como El Chorrillo y con total impunidad…
Y pensar con qué saña este mismo periódico reiteraba todas la semanas las pruebas de que el dirigente socialista Vivian Trias era un espía consumado: ¡llegaba hasta recibir de la embajada de Checoslovaquia una caja de cigarros y una botella de licor…!
Los que no somos ni recién llegados ni “nuevos ricos” de la prensa, pensamos que es no bueno imaginar –ni tolerar- una actitud tan pilatuna, donde la dirección de un medio de prensa influyente se lave las manos para que el cuerpo de redactores haga la faena sucia y cargue con la responsabilidad. Y así dar satisfacción a los verdaderos inversores. Aquéllos que prefieren trabajar desde las sombras.
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