No es novedad, hasta para el menos letrado de los ciudadanos, que se viene conformando una estrategia en aras de debilitar el actual gobierno, poniendo palos en la rueda a la coalición republicana, que hoy le corresponde la difícil tarea de administrar a nuestro país. Tarea que se viene realizando con intachable lealtad, conforme al documento firmado en noviembre de 2019, cumpliendo a rajatabla en todo lo allí acordado.
El procedimiento predilecto que se utiliza es ir erosionando el buen relacionamiento, ya sea entre los partidos que conforman la coalición, ya sea en la interna de los propios partidos; vieja técnica que consiste en despertar suspicacias y sospechas que enciendan los tan humanos celos y pasiones, como las describía el gran Shakespeare en el drama de Otelo y Desdémona. Aprendices del inefable Yago pulularon siempre en nuestro país. Y por más que esta obra que desnuda las flaquezas humanas haya sido cuestionada, la intriga –vieja como el mundo– siempre fue el arma más letal para debilitar al adversario.
Que este camino lo transiten algunos medios de pertenencia genuina a la fuerza política que hoy se agrupa como oposición era de esperar, pero que ciertos voceros utilicen un órgano serio y con la tradición periodística de El País, es inconcebible. Se trata nada menos de uno de los tres órganos de prensa más prestigiosos del siglo XX, que junto con La Mañana y El Día lideraron el periodismo nacional y que practicó un estricto código de conducta que en alguna oportunidad fue subrayado con la sangre de uno de sus fundadores.
El editorial del pasado 14 de noviembre en su comienzo decía: “Si alguna duda cabía de que para gobernar en coalición el Primer Mandatario debe poseer una abundante dosis de templanza y sabiduría, por no decir enorme paciencia…”, para luego ensayar una extensa y melosa justificación de la decisión asumida por el Poder Ejecutivo en la adjudicación de seis nuevos aeropuertos donde se omitió informar por lo menos a uno de sus socios. El líder de Cabildo Abierto, luego de convocar a la mesa política, emitió una prudente respuesta ante la insistencia de los periodistas: “hubiera sido por lo menos deseable alguna forma de llamado a interesados…”, fue el reposado comentario del senador Manini Ríos.
“Es bueno que haya aeropuertos funcionando con eficiencia y que generen trabajo a los uruguayos, estamos de acuerdo en que se generen mejoras” por lo que “en ese sentido es claro que no tenemos ningún tipo de diferencia sobre la necesidad de invertir en beneficio del país”, agregó el senador.
Para rematar en la sección “Se Dice” de esa misma edición del diario, se hacen dos capciosas apreciaciones sobre el tema aeropuertos, que concluyen con el comentario: “fue más dura la crítica de CA al acuerdo que la del propio Frente Amplio”, como aparentando ignorar que el FA nunca condenaría a su hijo póstumo.
El Frente Amplio, a modo del canto del cisne, elevó un proyecto de ley sobre Red Nacional de Aeropuertos Internacionales para Uruguay con fecha 28 de febrero de 2020. Dicho proyecto contaba con la firma del presidente de la República de ese entonces, Dr. Tabaré Vázquez, el ministro Víctor Rossi (MTOP), el ministro de Economía Danilo Astori y el ministro de Defensa José Bayardi. El proyecto en cuestión sufrió leves modificaciones –insignificantes– en la Comisión de Transporte y Obras Públicas del Senado, donde sometido a votación, fue aprobado y pasó a la Cámara de Diputados donde se le introdujeron modificaciones que no alteraron en lo sustancial el contenido del proyecto.
Al regresar al Senado, el proyecto no fue votado por los senadores de Cabildo Abierto ni por el senador Sartori. Debemos señalar que en Diputados los legisladores de Cabildo Abierto tampoco lo votaron, a pesar de que Sebastián Cal logró introducir algunas modificaciones al texto original de la abusiva concesión que parecía contar de antemano con la aprobación de algunos líderes blancos y colorados. Señalemos que el art. 2º de dicha ley que faculta al Poder Ejecutivo a otorgar mediante procedimiento competitivo y a renovar, modificar, ampliar el objeto o prorrogar concesiones o contratos de concesión para la construcción, conservación y explotación conjunta o separadamente de los aeropuertos, conserva una redacción que es casi idéntica a la del proyecto originario del postrer acto de gobierno del FA.
La firma de la prórroga y ampliación de la actual concesión no fue informada ni discutida con Cabildo Abierto y se entiende que no se cumplió con el art. 2º, al no llevarse a cabo un procedimiento competitivo y entregar la concesión de un mayor número de aeropuertos al mismo empresario que ya había sido beneficiado con las dos principales terminales aéreas de nuestro país: Carrasco y Laguna de Sauce en Maldonado. Y además se le mantuvo el abultado plazo de 50 años (casi dos generaciones de uruguayos), una de las principales objeciones de los que no lo votaron.
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