La situación de extrema sequía que está sufriendo todo el territorio nacional ha puesto de manifiesto lo frágil que es el sistema energético del país. En una reciente entrevista con La Mañana, el director de UTE por Cabildo Abierto, Enrique Pées Boz, señalaba que estamos ante un proceso cíclico en que la falta de lluvias no solo afecta a los productores, sino también a UTE como productor y comercializador de energía.
El ente energético de Uruguay, hoy día, pasó de ser exportador de energía a comprar al exterior, a la vez que debió encender sus centrales térmicas que funcionan con derivados del petróleo. El costo final de todo esto no se sabe cuánto puede ser, porque tampoco se sabe cuándo va a llover.
Entonces, al drama de los productores se sumarán otros más, como ser la carga financiera que tendrá la empresa estatal de energía que siempre, de una manera u otra, se termina trasladando a sus clientes.
Los que no sufren estas consecuencias son aquellos proveedores de energía a UTE que tienen contratos realizados en el anterior período de gobierno. En aquel entonces, a los generadores de energía eólica o solar se les concedió un pago fijo por décadas, en dólares, sin importar lo que pasara en el medio. Y, como decía Pées Boz y se señala en informes internos, UTE no pierde porque ante mayores costos o menores costos, eso se pasa a la tarifa.
Esto en medio de un lobby empresarial de los generadores privados que aspiran a que no se les exija que deban brindar potencia firme, o sea las 24 horas del día. Tal planteo, que inclusive cuenta con el respaldo de algunos integrantes del gobierno y forma parte de un proyecto del Ministerio de Industria, agravaría aún más la situación para UTE, porque no se aseguraría que sus actuales proveedores le brinden la energía que hoy sí deben generar.
Para UTE las soluciones a estos problemas deben pasar por no depender de quienes hoy día se benefician del negocio eléctrico. Aumentar la generación mediante la hidroeléctrica parece ser el mejor camino.
Una solución ya se planteó hace muchos años en este sentido. Se hizo en el marco del Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (Cosiplan) que funciona en la Unasur. Este es un lugar de encuentro, de discusión política y estratégica para planificar e implementar la integración de la infraestructura de América del Sur. Y uno de los proyectos que tiene el Cosiplan para Uruguay es la construcción de dos minicentrales hidroeléctricas sobre el Río Yaguarón a la altura del Paso Centurión en Cerro Largo. Sería una obra binacional con Brasil. Una central generaría 40 MW de capacidad instalada (Central Centurión) y la otra 25 MW (Central de Talavera). El costo estimado es de US$ 60 millones. Un parque eólico con un promedio de 21 turbinas está generando 50 MW, aunque varía según dónde estén instalados y los costos de las centrales hidroeléctricas son infinitamente menores, además de no estar atado a contratos.
Las minicentrales planteadas en Paso del Centurión marcarían el inicio a un plan estratégico que no solo aportaría energía, sino que también servirían para dar soluciones en tiempos de sequía. Las represas tendrían entonces varios propósitos: acumular agua para el riego y generar energía limpia, esto a un costo casi nulo. Siendo además una obra efectuada en el marco de los acuerdos dentro del Mercosur, no dependería de aquellos privados que en difíciles momentos como estos ven la posibilidad de hacer sus grandes negocios, teniendo muchas veces como rehenes a sus clientes, que en este caso es UTE y, por lo tanto, todos los uruguayos.
En ese sentido, de poder concretarse estos proyectos en Centurión y Talavera, no solo se cumplirían con los dos propósitos antes mencionados, sino que, además, las mismas implicarían la construcción de puentes para continuar sellando la hermandad con nuestro vecino Brasil, permitiendo la circulación de camiones y vehículos. Por lo tanto, las ventajas se darían en muchos aspectos, ya que a través de los mismos se podría disminuir en unos 50 km la distancia entre Montevideo y Porto Alegre o Pelotas, haciendo más viable trasladar bienes y productos desde y hacia Brasil por una ruta más corta.
Tener una visión amplia sobre la energía y el uso del agua es sin duda el gran desafío que deberán enfrentar no solo el actual gobierno, sino los próximos, para asegurar ambos elementos a las nuevas generaciones.
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