¿Se puede construir desde el conflicto? En una democracia, que es un sistema de consensos, evidentemente no. Sin embargo, la coalición frenteamplista parece entender lo contrario.
En los más difíciles momentos que atraviesa el país, cuando son más necesarios los acuerdos, las alianzas y los comunes propósitos en arbitrar una política de Estado para combatir la implacable pandemia que se lleva todos los días la vida de medio centenar de uruguayos, el frente opositor no da tregua ni hace un alto en su cerril oposición.
Así vemos a un flácido Miranda que desde la presidencia del FA califica como “política barata” el denodado esfuerzo del gobierno; a un diputado carente de autoridad y méritos pedir la renuncia del ministro Salinas que para la gente es el mejor del gabinete; al exministro Astori reclamar un impuesto a los activos de uruguayos en el extranjero, que no se le ocurrió imponer en los 15 años durante los que manejó la economía a su antojo; a un Pit-Cnt en desesperada carrera por juntar firmas contra la LUC, y al resto reclamar el aumento de los fondos de ayuda y asistencia con asignaciones de pagos mensuales para paliar el maleficio.
Todas esas reclamaciones las hacen, al parecer, sin recordar el despilfarro de los 10 años de excepcional bonanza y los absurdos emprendimientos de Mujica, su donación a Cuba, las velitas al socialismo, los oscuros negociados con Venezuela, con y sin el Bandes, las empresas autogestionadas y sus pérdidas millonarias. ¿No recuerda Astori que trajo y respaldó a Campiani públicamente y que nos hizo pagar los aviones con los que se estafó al país? ¿La memoria les falla o se creen que la gente aún no se explica dónde están los 500 millones que perdió ANCAP?
Pero insistiendo en su bajo menester de oposición, ahora han optado por enfadarse cuando se les recuerda la dilapidación de los recursos del Estado y es clara esta modalidad, plañidera y lamentable, cuando en una entrevista por TV el exministro Posadas le recuerda al exministro Alvaro García las pérdidas multimillonarias de PLUNA o ANCAP y este se molesta y anuncia que no fue a discutir ese tema.
O cuando en la Comisión de Defensa de Diputados, el ministro Javier García rememora el innegable apoyo que le dio el Partido Comunista a los comunicados 4 y 7 de las FF.AA. en el alzamiento militar y en respuesta el diputado convocante, Gerardo Núñez (el mismo que apareció con la camiseta del Che Guevara en la asunción del presidente Lacalle en desafiante y desubicada actitud) se retira enojado de la sesión.
Pero lo peor de esa presencia, en el primer acto oficial del nuevo gobierno, fue la ostensible y cabal demostración del frenteamplismo de mantener su apoyo a los regímenes dictatoriales de Cuba y Venezuela, que ha presidido la orientación de la política exterior; complementado por su apoyo a dirigentes de estilo autoritario como Evo Morales o el ecuatoriano Correa.
Paradojalmente, esa pertinaz obsecuencia a regímenes antidemocráticos en nuestra política exterior hizo olvidar a la anterior administración la defensa de nuestra soberanía marítima en el Río de la Plata y así tenemos la autorización sin control ni monitoreo del Canal Magdalena y el canal subacuático de los efluentes de la ciudad de Buenos Aires altamente contaminantes para nuestra costa, pues entra 12 kilómetros en el Río de la Plata; inadmisible omisión que responsabiliza al anterior Canciller y que quizás no pueda revertirse.
En su afiebrado propósito, los frentistas no advierten que nada ganan y que pierde el país, sus sufridos habitantes y la institucionalidad democrática por el descrédito en que colocan a la clase política entera.
La Historia: “Un recinto al que hay que penetrar sin ánimo de defender tesis de abogado”
En esta historia tergiversada y mentirosa de los 15 años de gobiernos frentistas se realizaron las autoreparaciones, autoindemnizaciones y resarcimientos que aprobaron para sus militantes y guerrilleros afines y sus familias, por cifras millonarias, que la Ley 18.596 reguló en cantidades que se abonaron y van de las 500.000 UI a las 200.000 UI, cuyo monto se pagó y nunca se dio claramente a conocer al pueblo que las pagó y que las ha seguido pagando, la suma real de millones de dólares que ha costado. Por decreto, Mujica apenas llegado a la Presidencia, amplió esas prebendas o subsidios en forma ilegal.
Todo esto se hizo alegando un terrorismo de Estado, pero sin reconocer el terrorismo de la guerrilla y sus delitos de sangre, como si no hubiese existido una verdadera guerra interna y solo hubieran luchado ángeles contra demonios.
Desde las mismas páginas de este semanario, un excelente artículo de Silva Grucci transcribe un párrafo de José Enrique Rodó que parece dirigido a nuestros microhistoriadores, los que niegan la “teoría de los dos demonios” y se olvidan de los homicidios alevosos, los asesinatos de civiles ajenos al conflicto y omiten recordar la tortura ignominiosa de la infame cárcel del pueblo. Dijo Rodó en su Liberalismo y Jacobinismo: “La historia es, o bien un camposanto piadoso, o bien un laboratorio de investigación paciente y objetiva… un recinto al que hay que penetrar sin ánimo de defender tesis de abogado, recogiendo en él armas y pertrechos para las escaramuzas del presente”. Y concluye el redactor citado, diciendo que “por cierto Rodó se refiere al deber ser de las cosas, no al uso espurio que se le da habitualmente al relato. Es que hay una continua lucha política por apropiarse de la historia. Aun la que está profusamente documentada, la llamada ‘historia reciente’ notoriamente distorsionada por seudohistoriadores y otros actores que operan políticamente desde el periodismo y otros ámbitos de la cultura”.
Esta oposición, que no vacilamos en calificar de salvaje, pretende sacar módicos beneficios políticos en un momento de desgracia colectiva.
TE PUEDE INTERESAR